jueves, 3 de octubre de 2013

INTERVENCION EN ACTIVIDAD TERRITORIO ABIERTO, “MANIFESTACIONES DE UN PUEBLO ORGANIZADO”, UNIVERSIDAD CATOLICA, JUEVES 3 DE OC

Buenos días compañeras y compañeros.

Quiero agradecer la invitación a esta actividad y vuestra presencia, felicitando a los organizadores por esta iniciativa, aun cuando el tema que nos proponen abordar, “Pueblo organizado, historia y perspectiva” es muy amplio para el escaso tiempo asignado, por lo que trataremos de instalar algunas ideas centrales para desarrollarlas posteriormente en el debate.

El primer concepto a instalar es que los fenómenos  que se presentan en la lucha de clases no devienen exclusivamente del mundo de las ideas, ni se puede pretender un análisis de coyuntura, exclusivamente basado en los movimientos y corrientes ideológicas y políticas existentes en la sociedad.  Hace demasiado tiempo ya  que está descrito  que son las condiciones materiales y las relaciones sociales de producción que establecen los seres humanos, la lucha de clases en su más cruda expresión, la lucha por los intereses concretos de cada clase, los que mueven la humanidad. Es en la defensa de sus intereses concretos en que se articulan propuestas, ideas, corrientes políticas, acciones, que no nacen de la nada ni exclusivamente del cerebro de los seres humanos, sino que, corresponden como ya ha sido señalado, a la expresión en la esfera de la superestructura política e ideológica de la sociedad  de los fenómenos que ocurren en su actividad principal como comunidad: la económica.

En segundo lugar, señalar, también como critica a la liviandad y carencia de rigor que encontramos en algunos análisis, que las categorías de análisis, los conceptos que solemos usar, no son la  “realidad”. Son abstracciones construidas en el plano de las ideas a partir de la realidad, del proceso de establecer fenómenos y leyes que rigen, condicionan o determinan fenómenos en las relaciones que establecen los seres humanos, por tanto, al ser estos partes de un movimiento constante y continuo, que se corresponden a momentos de la historia, dichas categorías no son ni verdades eternas, ni inmutables, ni menos “objetos reales”. Son categorías de análisis que requieren de ser estudiados y entendidos en su contexto, en su especificidad, como diría Marx, análisis concreto, de lo particular a lo general. Categorías de análisis por tanto que tienen un significado concreto y no el que arbitrariamente se le ocurre al analista respecto a los significantes por ejemplo de relaciones de producción, clases sociales, proletariado, etc, etc,.
Lo señalo porque que también la contrarrevolución burguesa que hemos vivido en Chile,  ha llegado al punto de influir ideológicamente de tal manera,  que muchos que se dicen marxistas o comunistas, negando todo el avance en las ciencias sociales, contrabandean ideas, categorías de análisis, conceptos de modo tal  que se instalan visiones de un marxismo vulgar, del post modernismo y otras yerbas, que nos retrotraen a las luchas ideológicas sostenidas hace ya un par de siglos ante corrientes ideológicas que en su época fueron derrotadas.

En tercer lugar, quisiera señalar que al igual que en otras sociedades capitalistas, Chile con sus de 40 años de contrarrevolución triunfante, tiene una economía capitalista madura respecto a otras del continente, economía inserta en una economía mundo como proveedora de materias primas principalmente; siendo su principal contradicción la que establece la burguesía propietaria de los medios de producción y detentora del poder en todo sus aspectos, aliada de sus similares en el terreno internacional, versus el proletariado, entendido este como los que no poseen medios de producción y se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para subsistir. Vale decir, la contradicción principal de la sociedad es capital versus trabajo y no las pócimas que se venden en el mercado electoral, del populismo o del reformismo.

Sin embargo, al señalar esto de la contradicción principal, asumimos también que existen números otras contradicciones, así como  otros procesos productivos integrados y subordinados al principal ya señalado.
Contradicciones generadas por las propias leyes que rigen el desarrollo de las economías capitalistas como la tendencia a la concentración y monopolización del capital que deviene en la lucha constante entre los grupos y conglomerados económicos a escala mundial, regional y local, las contradicciones entre el capital monopólico y financiero respecto a otros capitales de carácter productivo, así como las contradicciones que existen en el propio seno de las clases y capas sociales dominadas como por ejemplo entre un obrero de la gran minería del cobre que tiene un ingreso y condiciones de vida muy superiores a un obrero agrícola temporero, o las contradicciones especificas respecto al dominio patriarcal sobre las mujeres, sobre los pueblos originarios, el campesinado u otros.

El Estado construido por las clases dominantes, tiene por misión principal preservar y reproducir el dominio que tiene la burguesía sobre el resto de las clases, generando un conjunto de instrumentos para establecer este dominio por el consenso a partir de la instalación, hegemonía y reproducción de su ideología para presentar y establecer como normal y únicas posibles las relaciones de producción y formas de vida que propone, contando con multitud de aparatos para tal efecto, entre otros los medios de comunicación, radio, tv, instrumentos para reproducir su cultura, su arte, su música, sus escuelas, universidades, etc.
Estado que tiene al mismo tiempo los instrumentos para  contener, controlar y reprimir a quienes pretendan subvertir o revolucionar el orden establecido por ellos, instrumento de dominación que instala la violencia y el uso de las armas como patrimonio exclusivo de ellos desarrollando en la actualidad un verdadero Estado Contrainsurgente con distintos tipos de fuerzas de inteligencia, fuerzas armadas, cárceles, sistemas jurídicos y judiciales, operaciones sobre los territorios y espacios sociales como la ocupación del territorio mapuche, el soplonaje, los montajes judiciales, la criminalización de los movimientos sociales, la represión directa sobre las movilizaciones de masas, todo ello, tendiente en ultimo termino, a mantener su dominación. Pero no solo ese rol cumple el Estado.
También el Estado es el espacio donde la burguesía dirime sus contradicciones. El ejercicio, pretendidamente democrático de elecciones, de la existencia de un Parlamento, de senadores y diputas (ahora incluido los Cores) son el espacio donde ellos dirimen sus contradicciones, establecen acuerdos, se constituyen como parte del bloque en el poder, en el que se incluyen por cierto las asociaciones patronales, los espacios más privados donde negocian y que en algún memento han sido reconocido como los verdaderos poderes facticos de este país.

Dicho de otro modo, es en la vida cotidiana, en el conjunto de acciones que diariamente realizamos en cada momento, en que se verifica la explotación y dominación de las clases dominantes: al pagar un arriendo de casa o un subsidio alimentamos al que vive de las rentas, al comprar en el supermercado o en el almacén a las cadenas de lo que hoy se denomina retail, al trabajar en cualquier lugar nos extraen la plusvalía, al transportarnos en un vehículo de cualquier tipo a los grupos que controlan la energía, al consumir energía eléctrica, al mandar a nuestros hijos a la escuela para que aprendan las ideas y visión de mundo de la burguesía, en fin, en todas las actividades de la vida misma está presente la dominación, incluido por supuesto la cultura hedonista e individualista, y los grandes logros ideológicos de los poderosos: el individualismo, el sálvate solo y la insolidaridad.

Los dominados, el conjunto de clases y capas sociales, al contrario de la burguesía, no solo no tienen conciencia de esta dominación y la amplitud y profundidad de esta. Es condición esencial para la dominación mantenerlos dominados ideológicamente y que no tengan conciencia de la dominación a que son sometidos. Por ello los enormes esfuerzos de la burguesía para mantener el sueño embrutecedor a que son sometidos, las estériles esperanzas de que pueden ascender en la escala social de manera individual y sobre todo el trabajo de dividirlos, fragmentarlos, convertirlos en sujetos individuales que no se reconozcan y una verdadera subdivisión de funciones en el trabajo y en los oficios: yo soy empleado, no obrero, yo soy obrero de plata no subcontratado, yo soy profesional no técnico, yo soy de planta, tu eres Cuma, eres “sopaipilla”, eres temporero, eres flaite, y en el paroxismo de la fragmentación, eres “madre de la U”, “monja de la UC” o “indio colocolino”. Dividir para reinar, fragmentar. Atomizar.

La historia de Chile es también la historia del desarrollo de los explotados y dominados en cuanto a su conciencia, al desarrollo de sus organizaciones, al desarrollo de sus formas de lucha y de su maduración política. De las mutuales para comprar un ataúd para un entierro digno, la caja y paquete de comida para las huelgas, a las mancomunales para luchar por mejoras salariales, del sindicato a las confederaciones, de la lucha reivindicativa a la magnífica CUT de Clotario Blest que define que no se trata de pelear por chauchas más o menos sino por derribar al capitalismo. Maduración que tiene que ver con el paso de las peticiones, reclamos a la huelga legal, a la huelga ilegal hasta llegar en innumerables veces al Paro Nacional, y en el periodo pre revolucionario de fines de los 60 y principio de los 70 a las tomas de terreno, fabricas, fundos, escuelas, universidades, comunas completas y al surgimiento de un programa político revolucionario para las masas de control obrero, de Poder Popular.
Es también la historia de las ideas políticas en el seno de los explotados: el asistencialismo inicia, las luchas reivindicativas buscando reformas dentro del Estado, la existencia y desarrollo de corrientes socialdemócratas que políticamente pensaban que era posible luchar por transformaciones revolucionarias en el marco de la legalidad burguesa pretendiendo que en Chile existía una burguesía progresista y unas FFAA atípicas que no defenderían el estado burgués. Y por cierto el desarrollo del marxismo revolucionario que plateara claramente la lucha por el poder político y la necesidad de acumular fuerzas sociales, políticas y militares para derribar el sistema.

La historia de la clase obrera, de las organizaciones populares, no es la epopeya lineal, siempre ascendente que se quiere mostrar. Está llena de contradicciones, de avances y de retrocesos, de lucha ideológica permanente en su seno de diversas concepciones: gremialistas, social cristiana, asistencialistas, socialistas utópicas, anarquistas, comunistas de diversas vertientes.
Claramente las propuestas políticas de las diversas organizaciones que actúan en su seno han desarrollado concepciones organizativas y formas luchas concordantes con sus objetivos políticos. Por ello, las organizaciones sociales, en general, o movimiento de masas en general es una abstracción que abarca todo tipo de organizaciones y formas de lucha, desde las naturales o legales, aceptadas por el sistema político imperante, pasando por las organizaciones de facto, que no son reconocidas por la institucionalidad, hasta llegar a las organizaciones ilegales de masas, las que se generan para luchar contra la institucionalidad o al margen de ella, como lo han sido las numerosas organizaciones germinadas para dirigir luchas de masa y acciones directas, tales como paros, comandos, tomas de terrenos, de fundo, de fabricas, coordinadoras comunales, cordones industriales y otras formas de expresión de poder popular.   

A propósito de los 40 años de contrarrevolución en Chile, desde las clases dominantes, la socialdemocracia y el reformismo, se trato majaderamente de instalar la “historia oficial” de la violación de un Estado democrático y republicano de parte de “militares traidores” que reaccionaban ante los excesos de los ultraizquierdistas que sobrepasaban a Allende, lectura que no solo niega la historia chilena llena de masacres,  de alzamientos y revueltas insurgentes desde el campo popular, sino que esconde el verdadero carácter de la lucha de clases, bajo un proceso de alza del movimiento de masas que venía ya madurando su determinación de luchar por transformaciones revolucionarias de la sociedad en momentos de aguda crisis económica, social y política.
Bajo esa lectura se niega el rol de una importante franja de obreros, campesinos y pobladores, de sectores políticos de la propia Unidad Popular que fueron capaces de levantar una línea política y de construcción de organizaciones para luchar por el Poder.
Recién ahora es vox populi y ampliamente reconocido que Allende iba a llamar a plebiscito y a someterse a sus resultados el día 14 de septiembre, información que tenían todo los dirigentes políticos de la época, incluido los militares y por supuesto las organizaciones patronales. Ahora se entiende entonces el sentido global del golpe de Estado: reconvertir absolutamente el sistema económico y político del país y sobretodo, castigar y aterrorizar a las masas para que nunca más volvieran a platearse la lucha por el poder.

La contrarrevolución chilena, los años de la concertación posterior, transformaron aspectos importantes del modelo económico y en su labor represiva y criminal, lograron derrotar varias veces los intentos revolucionarios de construir una alternativa revolucionaria de lucha por el poder. A la par, profundizaron su dominio ideológico, atomizaron al movimiento popular desarticulándolo y principalmente lograron recuperar un amplio dominio ideológico de las masas,  haciéndolas retroceder a los grados más profundos de individualismo, temor e incapacidad de levantar un proyecto propio. Durante los últimos dos decenios se vienen recuperando lentamente grados de organización, de articulación, de formas de lucha, de conciencia política tras haber pasado periodos completos de claudicación en lo ideológico, negación del marxismo, de la necesidad de organización, de partido revolucionario instalándose concepciones espontaneistas,  y sobre todo la idea central de la imposibilidad de luchar revolucionariamente por transformar la sociedad aceptando el marco y la institucionalidad de los poderosos como único camino para organizarse, acumular fuerzas y luchar por un proyecto propio.

No han sido en vano los esfuerzos por mantener y levantar las concepciones revolucionarias. Volvamos al inicio donde señalábamos que los procesos de lucha de clases, tienen como telón de fondo las condiciones materiales y las relaciones de producción. Lo que ha venido ocurriendo en Chile en los últimos años es el agotamiento del modelo económico impulsado por la contrarrevolución y particularmente en desfase cada vez más claro entre la imagen de sociedad de oportunidades que se presenta y la realidad concreta lo que termina por provocar lentamente el cuestionamiento a pilares esenciales del Estado.

De una parte está la propia lucha inter burguesa (de concentración de capitales, mantención de las tasas de ganancia y derrota a los competidores) que ha llevado a la propia burguesía a vulnerar “su legalidad” y sus mecanismos impuestos. Son centenares los ejemplos donde los “consumidores” son vulnerados en sus derechos (usando sus propios conceptos) desde los cobros abusivos, las “colusiones”, las estafas en las ofertas educativas,  los altos niveles de endeudamiento vía crédito y dinero plástico. De otra parte el debilitamiento progresivo de las “inmaculadas” instituciones socavadas por decenas de escándalos como los de la iglesia, universidades y carreras fantasmas, los perdonazos a gigantescas deudas desde el Estado, el Transantiago,  las ventas de inmuebles inhabitables, el descredito de las instituciones políticas como municipio, parlamento, el rol de las instancias del Estado en el robo de aguas, en los permisos de construcción , etc, etc, han ido debilitando la confianza de las masas, sobretodo pequeñoburguesas en el sistema. Desde allí entonces surge una fuerza social que lucha por sus derechos ciudadanos, no por la transformación revolucionarias de la sociedad, sino  por mejorar sus condiciones de inserción en el modelo, así por ejemplo se explica el surgimiento de corrientes en el mundo estudiantil que luchan limitadamente por crédito, por mayor control, por mejorar en definitiva el sistema.

De otra parte está la burguesía que presionada también por la competencia nacional e internacional, requiere de incrementar sus ganancias e incrementar sus operaciones. Este sector enfrenta los problemas de energía, de incrementar su capacidad de extracción (sobre todo los megos proyectos mineros) o de racionalizar y concentrar sus procesos productivos. Este sector es el que choca frontalmente en sus intentos con los interese inmediatos de comunidades completas que son empujadas a luchar simplemente porque sus condiciones de sobrevida son gravemente afectadas: son esto sectores sociales que combinan lucha de acciones directas en algunos casos con recursos legales y hasta entradas puntuales a los escenarios electorales, en pos de sus intereses inmediatos. Freirina, Aysen, Calama, Chiloe, entre otras expresan luchas radicales igual que las comunidades que pelean contra la usurpación de las aguas, o las organizaciones de estudiantes que no luchan por el tema del crédito, sino que cuestionan de fondo la educación de mercado, el tipo de educación entregada, particularmente estudiantes secundarios de las periferias de las ciudades que ven muy poco probable o casi inexistente sus posibilidades de estudios superiores.

Y es precisamente en estos sectores que se verifica la recuperación de un tipo de organización transversal, de carácter territorial, que da cuenta de un proceso ya vivido en la etapa pre revolucionaria: la superación del individuo asumido como parte de una sola contradicción. Me explico: el habitante de un territorio no solo se asume como “trabajador” como explotado en el proceso productivo, se asume también como poblador del territorio que requiere de agua, de transporte, de vivienda, de energía, es decir, potencialmente comienza a develarse la totalidad del sistema frente a sus ojos, y al mismo tiempo se devela el carácter de las instituciones del Estado frente a él: el rol del parlamento, de Justicia, de Contraloría, de la Prensa, etc., etc. Por ello es que la Asamblea Territorial, la línea de Construcción de órganos de Poder Popular es una línea coherente con cualquiera estrategia que se platee la lucha por el poder y no solo por las reformas dentro del Estado Burgués.
No solo porque por su carácter de Asamblea impide el control burocrático y manipulación desde los aparatos políticos que pretenden montarse sobre sus luchas en post de sus afanes de inclusión en el sistema político, sino porque por esencia estas organizaciones surgen para luchar, para enfrentar al poder so pena de burocratizarse, perder fuerzas y finalmente diluirse como organización.
Hablamos en definitiva de organizaciones territoriales que tengan realmente “ropa social” que no sean solo dirigentes y activistas de los colectivos u orgánicas que se asumen como revolucionarias.
No se trata de organizaciones, asambleas o coordinadoras paridas a la fuerza, que logran articulan espacios culturales, artísticos, talleres, colectivos o similares. Hablamos de espacios más transversales que ya comienzan a generarse donde se verifica la unidad social y no solo la unidad política de los convencidos.

Durante los últimos años se ha venido dando un alza de la lucha de las masas en un movimiento general heterogéneo, donde han ido confluyendo los distintos sectores descritos anteriormente, proceso acompañado por una creciente deslegitimación del sistema político. La clase obrera y los trabajadores  ha estado presente puntualmente con un perfil de lucha estrictamente reivindicativo, siendo destacada la paralización nacional realizada por portuarios donde la solidaridad con un sector fue sorprendente y esperanzadora. En los últimos meses hemos asistido a numerosos conflictos y huelgas parciales, entre otros correos, servicios, siendo evidente el compromiso de la mayoría de dirigentes con el sistema político actual, lo que no niega el esfuerzo de diversos compañeros por levantar una política clasista y de carácter más autónomo que aun no rinde sus frutos, principalmente por la precariedad del trabajo, las leyes laborales, la subcontratación y otros mecanismos que han debilitado profundamente a esta fuerza llamada a tener mayor protagonismo en el escenario de la lucha de clases nacional.

En esta misma perspectiva, debemos destacar la lucha del pueblo mapuche, la agudización del conflicto, la verdadera ocupación militar que se vive en la zona, los grados de altísima represión y la capacidad que aun existe de mantener organizaciones, de continuar la lucha, a pesar de las condiciones y de las divergencias internas y disputas existentes, que al igual que el proceso general de dispersión de la izquierda revolucionaria, requiere de ser superado para poder elevar sus capacidades.

La perspectiva general que enfrentaran las organizaciones sociales y territoriales, a corto plazo estará marcada por una relativa estabilidad y relegitimación del sistema político, producto del esfuerzo de las clases dominantes y del bloque político en el poder para desviar las diversas luchas hacia las canaletas de la institucionalidad. Relativa estabilidad porque a pesar de todos sus esfuerzos, aun en pleno periodo de campañas electorales, han seguido verificando diversas movilizaciones, lo que augura un amplio despliegue post electoral para frenar, contener y desviar el ascenso de las luchas.

Sin embargo, la dispersión de la izquierda revolucionaria será un factor trascendente a corto y mediano plazo. Sin lograr reivindicaciones concretas, las fuerzas se desgastan a menos que tengan clara una táctica y una línea estratégica clara.
La lucha callejera y las acciones directas de masas no se sostendrán sino a condición que se articule una visión de táctica común para el periodo, que vaya más allá de las meras consignas generales de lucha, poder popular, o similares.
La matriz de agitadores, de propagandistas, de muchas declaraciones y actos rituales ya ha llegado a un techo que requiere de militantes comprometidos con los procesos de construcción de fuerza social y política. No sirve mucho el militante “facebook”  que solo informa y cliquea.
Las fuerzas que se estancan, que no luchan, tienden a descomponerse y a entrar en contradicciones internas. Por ello es que muchas trabajos asistencialistas, de solidaridad, de mucha dispersión en actos, talleres, y similares tienden a burocratizarse, a convertirse en forma de vida cultural más que destacamento social en lucha.

Nadie hará las tareas que solo nosotros tenemos que hacer.
Es la hora de comenzar a templar los instrumentos que lograran el cambio cualitativo en la lucha de clases: el Partido y los militantes revolucionarios que reinstalen a la izquierda revolucionaria con un proyecto claro ante las masas.

Finalmente, recordando que el mes de  Octubre suele vestirse de luto pero tiene alma de combate, señalar que continuara la lucha es nuestro única elección y mejor homenaje  a Miguel Enríquez,  a Ernesto Guevara, a Raul Pellegrin, a Cecilia Magni Victor Zuñiga, José Miguel Martinez “Palito” por señalar algunos de nuestros verdaderos faros.

Construyendo fuerzas para derribar el régimen de los patrones, la lucha continua.

Gracias compañeras y compañeros.

Guillermo Rodríguez M