viernes, 8 de julio de 2011

LA CRISIS POLITICA ACTUAL VISTA POR UN DC

(Carta publicada en diario El Clarin, dirigida al Presidente de la Democracia Cristiana chilena)

Estimado Ignacio: Acuso recibo de la invitación que, en conjunto con el camarada Edmundo Pérez Yoma, nos formulas a los que fuimos Ministros y Subsecretarios de los Gobiernos de la Concertación para tener una reunión de trabajo acerca de la situación del Partido y de las próximas elecciones municipales. Te agradezco la invitación pero he tomado la decisión de no asistir por las razones que pasaré a exponerte. Esto para nada lo tomes como un agravio para ti o hacia la persona de Edmundo ya que, a ambos, los respeto y les tengo particular afecto como personas y como camaradas. Se trata, entonces, exclusivamente de una decisión política.

El haber cumplido una etapa y estar alejado de la primera fila, y, además, vivir fuera de Santiago, me ha permitido mirar las cosas con mas calma, con mayor perspectiva y sin ningún interés personal de por medio. Por lo tanto lo que te voy a plantear lo haré con franqueza pero de buena fe y con ánimo constructivo. Pero es lo que pienso:

En primer lugar, me llama la atención la oportunidad que Uds. han elegido para tener una reunión cuyo objetivo sea debatir acerca del Partido y de las próximas elecciones municipales, en medio del clima social y político que vivimos, caracterizado por una amplia movilización de la sociedad civil respecto de temas tan importantes que han despertado, con razón, la atención de todo el país y que han puesto el dedo en la llaga respecto de las carencias del sistema que nosotros también ayudamos a construir. En consecuencia, me parece inconveniente que mientras el país está en otra, nosotros nos juntemos a tratar temas internos. Creo que es cuestión de oportunidad.
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    En segundo lugar, si esta invitación se hubiera formulado al inicio de tu mandato me hubiera parecido pertinente, por lo menos en relación con la situación interna del Partido; pero, a estas alturas, la Directiva que tú encabezas está próxima a cumplir casi un año de mandato y con franqueza yo no veo que se haya producido ninguno de los cambios a los cuales Uds. se comprometieron cuando, con legítimo respaldo, ganaron las elecciones internas. Entonces, ¿qué vamos a discutir? ¿Lo que Uds. han hecho o lo que Uds. piensan hacer? ¿O Uds. quieren conocer nuestra opinión respecto de lo que deberían hacer? En cualquiera de estos casos, ello no tiene ningún sentido político ya que justamente Uds. asumieron la Directiva con un claro discurso de cambio; es decir, sosteniendo que el PDC, cuestión que todos compartimos, requería una profunda reforma no tan sólo en sus estructuras, sino que en la formación política, en la toma de decisiones, en la selección de sus liderazgos, en sus planteamientos frente al país, etc., etc. Podría seguir enumerando. Bueno, ese fue el compromiso de la actual Directiva; entonces la pregunta es: ¿qué hay de nuevo en la situación interna del Partido que amerite esta reunión, a la cual, en un momento tan inoportuno, Uds.nos convocan? Tú nos invitas a una reunión que llamas “de trabajo” a las 20.30 hrs. Bueno, yo considero que eso es un eufemismo. Lo cierto es que, seguramente, será una cena donde hablarás tú, probablemente algún otro miembro de la Directiva y cuatro o cinco camaradas más. Te los podría enumerar con nombre y apellido. O sea, lo mismo de siempre. ¿De qué reunión de trabajo estamos hablando? Ignacio, Uds. los denominados “Príncipes” dentro del Partido, ganaron legítimamente con un discurso de cambio. Hagan lo que tienen que hacer. El Partido necesita esos cambios. Necesita que Uds. se pongan al frente con un discurso fuerte y renovador, que recorran el país y se junten con las bases, y de paso conozcan la realidad de las regiones; que produzcan los cambios de organización que se requieren; que formen nuevos liderazgos entre los jóvenes; que enfrenten a la Derecha y su Gobierno con fuerza y con claridad. El liderazgo se ejerce con propuestas y proposiciones audaces y en lenguaje simple y directo para que la gente lo entienda, usando todos los medios de comunicación disponibles para tener presencia. No pretendo dar lecciones sobre cuestiones que no tengo competencia. Pero, tengo un sentimiento y un olfato de que nos hemos quedado a la saga. Es cosa de mirar lo que está pasando en la calle. Por ello, me resulta incomprensible que nos convoques a mirarnos el ombligo en los precisos momentos en que recorre el país un sentimiento de cambio como nunca había sucedido en los 20 años en que fuimos gobierno, sentimiento que tiene que ver, ni mas ni menos, que con el cuestionamiento del modelo capitalista neoliberal que implantó la dictadura y que nosotros administramos con eficiente responsabilidad fiscal y con políticas públicas tendientes a superar la pobreza y lograr un desarrollo con equidad, pero sin afectar los nudos gordianos del sistema. Lejos de mí de renegar de lo que hicimos como Concertación. Por el contrario, debemos sentirnos orgullosos de lo que hicimos. Pero así como cada día tiene su afán, cada época también tiene lo suyo. Nosotros, simplemente, hicimos lo que hicimos porque responsablemente pensamos que era lo mejor para el país acorde con las circunstancias históricas que nos tocó vivir, lo cual no significa que no hayamos cometidos errores, que los cometimos como que el país nos quitó la conducción del Estado y se la entregó a la Derecha. Por eso me cargan los generales después de las batallas. Por eso que debemos estar atentos a los signos de los tiempos. Hoy día son otros los afanes. El pueblo de Chile nos quitó la conducción del Estado porque sopesó nuestros errores, en el subconsciente colectivo, como un problema de eficiencia comprándose el discurso de la derecha de que había “una nueva forma de gobernar” que se encarnaba en el “eficiente y exitoso” candidato Sebastián Piñera. Un ganador. Pero, después de un periodo de prueba y de observación, terremoto de por medio, la gente se percató de que le había entregado el Gobierno a los mismos que estaban en la Universidades privadas, a los mismos que estaban en las Isapres, a los mismos que estaban en las AFP, a los mismos que estaban en los Bancos, a los mismos que estaban en las grandes empresas, a los mismos que estaban en la Polar, a los mismos que lucran con la educación y los tienen endeudados de por vida para lograr tener un incierto futuro profesional, a los mismos que les meten planes de salud incomprensibles y de prestaciones recortadas, a los mismos que administran millones y millones de dólares de los trabajadores pero que al momento de la jubilación les pagan pensiones “incomprensibles”, a los mismos dueños de los bancos que publicitan trimestralmente millonarias utilidades, a los mismos dueños de las grandes empresas de los grupos económicos que obtienen año tras año pingues utilidades, a los mismos ejecutivos y directivos de la Polar que engañaron a miles de personas modestas y que paralelamente eran miembros del directorio de empresas estatales nombrados por el Gobierno, o sea ,ahora al pueblo se “ le cayó la chaucha “ de que le había entregado el Gobierno a los mismos que los humillan, a los mismos que los endeudan, a los mismos que le cobran intereses usureros, a los mismos que los engañan y que ,además, la “ nueva forma de gobernar “ no era tal. Tal relato no existía. Por ello que el problema del Presidente Sebastián Piñera y su Gobierno es un problema de credibilidad. La gente, simplemente, dejó de creerle. Y como contrapartida la gente nos reprocha que nosotros, la Concertación, no hicimos cuando éramos Gobierno, lo que hoy día se demanda. Nosotros sabemos, como he dicho, que cada día tiene su afán y que la vida social y política es un proceso, por lo cual lo que nosotros hicimos posibilita hoy día plantearse nuevos desafíos. Entonces, nuestra capacidad política como Partido es comprender el actual escenario y los signos de los tiempos y darnos cuenta, y actuar en consecuencia, que lo que se está demandando y que fija los términos de la controversia, es algo mas que “ mas de lo mismo”. No son meros retoques a las políticas públicas actuales. Se están tocando puntos neurálgicos del sistema. Detrás del alegato contra el lucro, lo que hay, en el fondo, es una rebelión contra una sociedad desigual en que unos pocos se han convertido en los supremos acreedores de los otros muchos (el resto) que conforman el ciudadano común y corriente que sólo tiene su trabajo y una esperanza de que algún día será beneficiado por el “chorreo”. Unos pocos que lo tienen todo y que son los dueños de los servicios claves y a los cuales el resto les tiene que pagar al contado o endeudarse para siempre. Son los mismos que hoy día, más encima, tienen el poder político. Yo creo, francamente que hay aquí un tema de fondo; incubándose un río subterráneo de disconformidad creciente que perfectamente puede transformarse en una bomba de tiempo de una aguda crisis social, con repercusiones naturalmente políticas. Si todo esto que está pasando, lo traduces a claves políticas, uno concluye que el país necesita cambios profundos en esta sociedad inequitativa que es una de las más desiguales del mundo. Por lo tanto, no pueden haber cambios cosméticos, fruto de acuerdos políticos-legislativos que eludan el fondo del problema y que no tomen en cuenta esta realidad. Se requieren políticas de Estado, fruto de un acuerdo de todos los sectores sociales y políticos. De ahí que, a mi juicio, en esta etapa tenemos que ser audaces y tomar la iniciativa política. Es la hora de declarar la educación y la salud como bienes públicos (igual que la defensa nacional y la seguridad de las personas) y que por lo tanto deben ser financiadas totalmente por el Estado, lo que no descarta los servicios pagados para aquellos que puedan hacerlo. Con ello, podemos tener una educación pública estatal en todos los niveles, moderna, de calidad y competitiva. Sin perjuicio, de otros tipos de educación pública sin fines de lucro que el Estado también pueda subsidiar. Es hora, entonces, de sincerar el sistema de las universidades privadas que, ilegalmente lucran con la educación. Es hora que el Estado asuma su condición de dueño de las Universidades estatales y actúe en consecuencia. Es hora de terminar con la municipalización de la educación y buscar fórmulas descentralizadas mediante corporaciones de derecho público regionales, provinciales o comunales de giro único específico. Es hora de hacer un nuevo trato con los profesores del sistema municipal para que miles de ellos puedan jubilar en condiciones dignas, y partir con las nuevas generaciones de docentes con un nuevo estatuto, reforma de formación universitaria mediante. Es hora de hacer una profunda reforma del Estado, dignificando a los funcionarios mediante sueldos dignos y capacitación moderna; y estableciendo un proceso de jubilación y recambio con nuevos derechos y obligaciones terminando, de paso, con los miles de trabajadores a honorarios y permitiéndole al sector público, negociar colectivamente. Es hora de hacer una efectiva descentralización acercando el Estado a la gente, mediante la elección directa de sus autoridades regionales o provinciales (sin afectar el Estado Unitario), y haciendo una profunda reforma de empoderamiento a las municipalidades para el combate contra la pobreza y la mejor calidad de vida de sus habitantes; y resolviendo, de igual manera que el sector público, la situación de sus funcionarios. Hay que abrir el sistema político (¿qué sentido tiene incorporar a cuatro millones de jóvenes al padrón electoral sino existen alternativas reales por las cuales puedan decidir?) terminando con el sistema binominal y legislando seriamente sobre la relación que existe entre el dinero y la política. Hay que reformar la legislación laboral para que exista un efectivo contrapeso entre el capital y el trabajo, mediante la existencia de sindicatos fuertes que puedan negociar colectivamente. Es hora de hacer la profunda Reforma Tributaria que el país necesita respecto de las grandes empresas. Nosotros debemos separar y apoyar la situación de las pequeñas y medianas de las grandes empresas. La Reforma Tributaria es para éstas. Ignacio: tú me dirás: pero si sobre todo esto es muy difícil que exista acuerdo. Bueno, pero si de eso se trata la Política. De poner los temas, de hacer propuestas, de tener un relato y que la gente identifique a los DC con la lucha contra la desigualdad, contra la injusticia y a favor de los más necesitados y de la clase media chilena que son los sectores que necesitan estos grandes cambios que la sociedad reclama. La audacia no es antagónica con la responsabilidad. Pero la gente lo que no quiere es que seamos eternamente “agüita perra” o “gatitos de chalet” para los camaradas más paltones. ¿Qué la derecha y el gobierno van a tocar todas las campanas y no van a estar de acuerdo? Bueno, ese es su problema. Ellos deberán responder frente al país. Nosotros, en cambio, siendo fieles a nuestros principios doctrinarios debemos saber leer los signos de los tiempos. Creo que me he alargado demasiado, pero tengo otros temas que te los enuncio y sobre los cuales espero escribirte pronto: a) El voto voluntario y la ingenuidad de la Concertación. b) Política de alianzas de la DC y la Concertación. c) Las próximas elecciones municipales d) Las elecciones presidenciales del 2013. Ahora sí, termino con el segundo punto de la convocatoria: Las elecciones municipales. Esta cena de trabajo tendría éxito si todos los convocados se comprometen a ser candidatos a concejales (si alguno quiere ser candidato a Alcalde, mejor). Pero que te lo den firmado. Yo por mi parte estoy a disposición. Te saluda a ti y a Edmundo, con todo afecto. Francisco Huenchumilla Jaramillo Ex. Diputado Ex Subsecretario Ex Ministro Ex Alcalde Ex. Secretario Nacional del PDC.