Las fotos de niños
mapuches ensangrentados después de la última y heroica acción de Carabineros en
La Araucanía circulan profusamente por la web más no por los diarios ni las
pantallas televisivas. No hay
espacios para esta realidad, como no lo
hay para las decenas y centenas de jornadas barriales, de centro de alumno, de
sindicato, de piño, de colectivo, que se realizan en estos mismos momentos. Para
defender el agua robada por las grandes empresas, para defender el pedazo de
mar que hoy le es entregado a las empresas pesqueras, para defender los
derechos del consumidor hoy mismo pisoteado por comerciantes, como los de
farmacias que se coluden, esconden remedios genéricos y ganan suculentos “incentivos”
de las grandes empresas productoras. Es la cotidianidad de un Chile en que los
dueños del poder y la riqueza pretenden demostrar que “la brecha entre pobres y
ricos” ha disminuido, al igual que la cifra de pobres. Es el mentir, mentir que siempre algo queda,
el bombardeo tratando de crear “opinión publica” , de tomar iniciativas en el
tinglado de lo que se muestra, mientras bajo cuerda, operan con todos sus
mecanismos para mantener la dominación.
Más de alguno
puede decir: ciencia ficción. Puede decir delirios persecutorios de quienes no
entienden la modernidad y se quedaron pegados en el pasado y en la lucha de
clases. ¿No ven que es democrática la red de internet y todos tenemos acceso a
escribir a leer, a informarnos? Y claro, a votar, a inscribirse en registros
electorales y a elegir. Elegir por supuesto a quienes entraran al ruedo de “la política”,
de esa “política- espectáculo” de los “elegidos para perpetuar el sistema. Los
participes de ese escenario que tiene su propio show, al margen de lo que a las
más amplia masas le urge. ¿Cómo si no entender a un honorable, que justo en
momento que arrecia la contraofensiva de los patrones imponiendo leyes leoninas
contra los movimientos sociales, justo cuando se lanza un nuevo paquete
represivo contra los mapuches, justo cuando esos niños mapuches aprenden la
dura lección sobre la vida con perdigones mediantes, este honorable sale
hablando de que fuma mariguana? ¿Cómo si no entender al máximo dirigente de los
hasta ayer socialistas declarando, apenas días después en que se aprueban
migajas de reajuste para los trabajadores, que los empresarios nada deben de
temer de un nuevo y futuro gobierno de la señora Bachelet?
Pero en
realidad, no hay nada para sorprenderse. Es para indignarse. Para entender al
grado de dominio y hegemonía que tienen los poderosos en este país. Para
entender los extravíos de las conducciones políticas, incluso las que intentan
calificar como conducciones revolucionarias, que terminan todas bailando al
mismo ritmo: la consolidación del sistema, del Estado, de los mecanismos
diseñados ex profeso por los arquitectos políticos de la dictadura militar que
se dieron a la tarea de diseñar el Chile post periodo revolucionario del 73: el
Chile subordinado absolutamente al capital financiero internacional, el Chile de la reforma laboral que arrebató
todas las conquistas laborales alcanzadas, el Chile del endeudamiento
permanente de las masas, del lucro en todas las esferas, el Chile de las empresas
depredadoras que están arrasando con la naturaleza, las formas de vida, los
minerales, todo lo que sea convertible en valor, en mercancía . Precisamente el Chile rechazado en todas las
encuestas por esa mayoría que comenzó a salir a la calle el año pasado y que
con voraz apetito, todos quieren convertirla en fuerza de apoyo para sus
proyectos políticos, fuerza para subirse ellos al show, al tinglado, al reparto
de caretas en un escenario donde finalmente las diferencias desaparecen a la
hora de las votaciones y resoluciones esenciales y de fondo.
Casi al
terminar el ciclo de luchas estudiantiles del año pasado, lo decíamos en el
articulo “A la hora señalada”. Sin la fuerza suficiente, por las propias
debilidades del movimiento de masas y de los revolucionarios, el ciclo de
luchas que se había abierto con Hidroaysen, que había seguido con los
estudiantes, con los mineros, portuarios, corría el riesgo de paralizarse,
tanto por el débil apoyo concreto de otros sectores sociales, por sus propias
contradicciones y por la estrategia desde el Poder para desgastarlo,
debilitarlo con el garrote (represión) y la Zanahoria (mesas de negociación,
comisiones investigadoras del Parlamento).
Pero no habíamos
reflexionado sobre un elemento: en cada crisis del sistema, al superar el trago
amargo los poderosos encuentran los mecanismos para contener e impedir que el desafió
y rebeldía del movimiento popular se repita. Por eso
es que, mientras la izquierda chilena en sus diversas versiones, al igual que
decenas de organizaciones, discutían si galgos o podencos, las clases dominantes preparaban su
contraofensiva que hoy está a la vista. Nuevas leyes lectorales, nuevas leyes criminalizadoras
contra el movimiento social, a pesar de todos los reveses de los montajes,
juicios mulas, testigos encapuchados, son parte del nuevo arsenal de herramientas
contrainsurgentes que cuentan. Y por
supuesto no hace esperar el debut y el despliegue de los métodos partiendo por
la Araucanía.
Mas allá de
las declaraciones pomposas, la represión sobre el movimiento estudiantil,
sobretodo de la negativa de matricula a dirigentes de los estudiantes secundario
ha impactado a la organización y movimiento de los “sopaipillas”, como ha
impactado la conquista de la conducción de los estudiantes universitarios por
una corriente política que claramente busca posicionarse como actor político mas
que conducir la lucha en los escenarios donde realmente el movimiento
estudiantil a sido real protagonista: la calle y la lucha en los territorios.
Transitamos
por un periodo muy complejo. Toda la fuerza de la maquinaria de los dueños del
poder y la riqueza se volcaran al terreno de las elecciones municipales, a
lograr meter a todas las en ese escenario a las fuerzas que hasta hoy se han
desplegado de manera autónoma, al margen del sistema, con sus propias formas de
lucha como lo han sido mapuches, pobladores, pescadores, agricultores que
defienden su derecho al agua, sindicatos como Konecta: en la calle, sin permiso
y confrontándose.
Será la nueva medición
con este movimiento de masas que comenzaba a despuntar y cuyos resultados
veremos los próximos meses a la luz de la mantención del ritmo de lucha o el
repliegue que en ambos casos será evidente.
Para los
revolucionarios el tema esta meridianamente claro: es la debilidad de nuestras
propias organizaciones y fuerzas la que impide pasar a fases más abiertas de
lucha. Porque son muy amplios aun los sectores que confían y aceptan el dominio
patronal, los que confían en el progresismo, los que no ven la totalidad del
sistema de dominación, los que creen que no es posible luchar por transformar
la realidad, los que “compran” todavía el escenario político, los noticieros, comentaristas y opinologos del
poder, los que no creen en las fuerzas y
proyectos propios, los que creen que desde “dentro del sistema” podrán cambiarlo.
Seguir remando
contra la corriente es la tarea. Sumar, esclarecer, convencer. Desarrollar
luchas de poder local, levantar organización donde no la hay, usar todos los métodos de lucha de masas
desde los mas pacíficos hasta la acción directa como proceso en el cual, las
masas aprenden, se fortalecen, ganan confianza. Y sobretodo, articular fuerzas
en el territorio, en la solidaridad, en el apoyo, en el nunca mas solo. En la
siembra de embriones de Poder Popular hoy para la lucha reivindicativa y local,
mañana para la lucha política y por el poder.
Y por
supuesto, enfrentar y discutir con esa izquierda extraviada, no aquellos que ya
son parte del poder y que junto a sus bases solo aspiran a ganar un espacio en
el municipio para mantener o acceder a los beneficios que ello le reporta. Nos
referimos a todos aquellos compañeros de bases que aun creen que desde los
espacios municipales o institucionales se potencia la lucha popular. Con toda
seguridad, apenas pasen las elecciones y no sea ya urgencia para ellos la inscripción
electoral, la campaña, el rayado, el acarreo, volverán al espacio de esa
realidad cotidiana que nada en común tiene con la de los poderosos y
probablemente el desencanto, la frustración y el desaliento los haga mirar
hacia el único camino posible para luchar por un cambio revolucionario de la
sociedad: la construcción de fuerza social para la lucha por el poder.
Sembrar para
cosechar.
A construir gérmenes
de Poder Popular.
Solo la lucha
nos hará libres.