De repente uno se encuentra en pleno periodo
prerevolucionario en Chile, conversando con campechas madederos del fundo
Carranco, discutiendo la mejor manera de administrar los enormes predios tomados
por los campesinos, cruzando lagos en barcazas, apilando troncos desde donde
nacerán todo tipo de molduras y muebles, manejando maquinas diversas, en fin,
construyendo poder de los trabajadores, luchando, soñando. Y de súbito el sueño
se convierte en pesadilla. Se palpa el desconcierto frente al golpe de estado,
se respira la ingenuidad mezclada con un heroísmo puro. Y surge entonces una de
las historias más bellas y dolorosas de este Chile amnésico, una historia donde
el hielo, la nieve, la persecución de un grupo de campechas revolucionario que
se enmontañan no para sobrevivir, sino que para retomar la iniciativa tras la
contrarrevolución patronal y desatar la resistencia. Y el relato se desgrana en
nombres que porfían por no morir definitivamente, en lugares transitados
testigos de compañeros congelándose y muriendo, surgen los nombres de héroes
anónimos, de campesinos que aportan el único caballo, la barcaza, un par de
zapatos urgentes, un poco de alimento, para que la llama de la consecuencia y de
la resistencia no se extinga. Uno
recorre las páginas de este libro primero eufórico, viendo el poder popular
materializado, la consigna traducida en cotidianeidad, el sujeto “fuerza social
revolucionaria” retratado en rostros, acciones, aprendizajes, incertidumbres. Y
luego el libro se lee a salto de mata, agazapado, desde un escondrijo,
caminando en las noches, con la nieve hasta la cintura, reviviendo esa epopeya
que tiene nombres que ya son historia.
“De Carranco a Carrán “ es vivencia pura, es recuerdo y
memoria viva, es llama que no quiere extinguirse, es un libro de 269 páginas, editado
por LOM, escrito por un campesino, un “Campeche” de Neltume que nos relata en 38 capítulos su
historia, la historia de los madereros, de sus familias, la historia de las
luchas campesinas en el sur de Chile, la historia del MIR, de los
revolucionarios concretando sus proyectos políticos, historia que el narrador
interrumpe arbitrariamente en 1974 dejándonos con ganas de saber más, de continuar aprendiendo, de conocer los hechos
posteriores. Es un libro que nos vuelve a traer a José Gregorio Liendo Vera, el
mítico Comandante Pepe, fusilado por la justicia de los patrones, a “Claudio”
llamado en esta historia “Lucas” y de nombre Mario Edmundo Superby Jeldres quien
cae asesinado en una emboscada de las FFAA por obra de una de los tantos
traidores que se esconden en las filas del pueblo, en fin, nombres como Rene
Roberto Acuña Reyes, campesino, Hugo Rivol Vásquez Martínez y por supuesto el
de Fernando Krauss Iturra, el “pelao”
Krausse jefe magnifico del MIR Regional Valdivia, fusilado también en el recinto militar de Llancahue, en la salida sur de Valdivia, junto a 12 militantes del MIR y miembros del Movimiento
Campesino Revolucionario (MCR) los días 3 y 4 de Octubre de 1973.
“La idea de repliegue era hacia la Cordillera de
Llollelhue, al interior de Pilmaiquen, la zona donde originalmente habíamos pensado,
es decir, hacia los montes ubicados al sur del rio Fuy. La situación en que estábamos,
sin embargo, era caótica para internarse en la montaña. No teníamos equipo
adecuado: ni mochilas, ni ropas, ni carpas, ni alimentos, nada.” Y sin embargo,
para sobrevivir y resistir un grupo encabezado por Lucas y Jacinto se
enmontañan, esquivan la muerte que cae sobre aquellos que son apresados y
fusilados, deambulan superando nieves, hielos, hambre, la persecución de
fuerzas represivas que le pisan los talones, caen en emboscadas y rompen:
“-¡Buenas noches, jóvenes!
Por el tono autoritario de la voz nos dimos cuenta de que
habíamos caído en medio de una emboscada. El lugar estaba plagado de soldados
que usaban la casa como cuartel o algo parecido. Nos quedamos ahí parados, como
petrificados.
- ¡Buenas noche, amigo!
Contesta Eusebio, que era quien iba más próximo a la posición
del tipo. La forma de responder de Eusebio, aparentando sumisión y humildad,
cual si fuera un campesino lugareño, al parecer confundió al milico.
- Acércate p ´acá,
guacho- volvió a decir el milico, ahora en un tono entre relajado y amistoso.
Entonces los tres giramos para allá, hacia el corredor
del frontis, que era el lugar exacto desde donde el hombre nos hablaba. Los
tres lo hicimos sacando y alistando nuestras armas. Fue una reacción automática,
instintiva, pues no hubo posibilidad de decir ni hacer nada, ni nos habíamos puesto
de acuerdo de antemano; pero los tres reaccionamos, como si fuéramos uno, con
nuestras armas dispuestas. No teníamos otra alternativa que salir de allí del
modo más directo y por el lado más simple: o sea, yendo al frente. Estaba todo
tan obscuro que estoy seguro de que el milico creyó que se trataba de una sola
persona. Cuando iba llegando al umbral del corredor, el Mono levantó la pistola
Máuser, le apunto a la cabeza y apretó el gatillo.
¡Clic!
Escuchamos clarito el chasquido seco y vacío del martillo
que percuto la bala pero que no hizo explosión. El maldito disparo no salió. El
Mono afligido, pego un grito, de desesperación o locura, y se lanzó a toda
velocidad adelante. En el mismo momento en que el Mono gritó se encendieron los
reflectores. Dos reflectores. Los focos los tenían instalados en una especie de
miradores del segundo piso de la casona. Los focos trataban de seguir al Mono
que corría zigzagueando por medio del camino y los soldados le dispararon sus
primeras ráfagas.
Simultáneamente, Eusebio, que estaba ubicado entre el
milico y yo, se acercó más al corredor y le disparó.”
El grupo rompe el cerco, suben a las altas cumbres
cordilleranas, son perseguidos por helicópteros, bombardeados, se pierden, se
reencuentran, sufren accidentes, logran finalmente sobrevivir y cuando están a
punto de salir todos indemnes y están retornando a sus lugares de origen, un grupo de ellos caen en
una emboscada armada con la colaboración de traidores.
El libro no está escrito para adoración de la palabra, de
la sintaxis correcta, de la metáfora apropiada o del ritmo e ilación perfecto.
Es un libro urgente, que trasunta compromiso, convicciones, ética, sorpresas,
confusiones, perplejidad, acciones. Pero también la reflexión certera, la
mirada al pasado y la búsqueda de lecciones, la identificación de los
conflictos, como el rol pusilánime de la pequeña burguesía en las filas
revolucionarias que denuncia.
Es un libro que nos trae lecciones que muchos parecen
olvidar, que quieren olvidar: el rol del Estado, el rol de las FFAA como
garantes del orden de los patrones, los grados de violencia a los que llega en
defensa de sus intereses, que devela los grados de miseria y explotación que se
vive en el campo, que nos muestra con claridad las tareas que las fuerzas
sociales pueden asumir, las insuficiencias de éstas para enfrentar escenarios
donde la violencia armada es la que impone sus determinaciones, la necesidad de
construir fuerzas apropiadas para cada tarea, para cada fase.
Posiblemente para los ciudadanos del Chile de los
poderosos, para los habitantes del país que se trasladan en autos, que consumen
con tarjetas plásticas y a crédito, para quienes se contentan con las migajas y
el rol de siervos modernos, este libro es una herejía, una muestra aventurera
del extremismo y aventurerismo de desquiciados que no entienden que el
capitalismo y su desarrollo es inexpugnable, que solo podemos contentarnos
sugiriendo o peleando por reformas cosméticas.
A mi juicio, los de habitantes de Freirina, los de Aysen,
los de Dichato, los estudiantes secundarios, encontraran aquí, quizás, muchas
de sus mismas reflexiones y enseñanzas.
En todo caso, es una de las tantas historias que no están
en los manuales oficiales, que son excluidas, borradas, omitidas por el poder.
Ya su sola lectura infunde rebeldía.
P/D: Este libro ya ha sido presentado en Valdivia, en
Concepción y próximamente será presentado en Santiago.
Jose Gregorio Liendo |
Mario Superby |
Rene Acuña |
Fernando Krauss |