HOMENAJE A HERNAN
SANTOS PEREZ ALVAREZ
Aquí venimos hoy a despedir los pocos restos de tu cuerpo
que los criminales dejaron.
Aquí estamos hoy todos para conversar contigo, para
entregarte nuestro cariño, nuestra admiración y respeto, para recordar tu
estatura, para recordar tu caminar, para recoger tu ejemplo.
Ha pasado tanto tiempo, tanta lucha, tantos hechos desde
esa vez que dejaste tu casa, tus hijos y caminaste hasta el Jardín Infantil con
tu cámara fotográfica y tu radio. Sabías que los perros guardianes del poder se
habían cebado contigo y estaban tras tus pasos. Te habían detenido el 6 de mayo
del 74, te habían castigado duramente para quebrar tu compromiso con tu pueblo,
con los pobladores de tu campamento, con el arte y cultura popular. No lo
habían logrado.
Tú resististe y saliste de ese episodio quizás más
fortalecido, más convencido. Quizás, en medio de esa primera vez en manos de
los perros rabiosos, tus ojos se llenaban de esos rostros felices de niños
disfrutando en El Tranque popular, quizás en esas horas difíciles te acompañaba
la poderosa energía de los pobladores de tu campamento luchando, quizás,
desnudo de esos mágicos estímulos, solo la conciencia de militante rojo y
negro, de orgulloso y aguerrido mirista te acompañaba.
Tu sabías Hernán que la jauría no perdonaría tu
consecuencia, tu fortaleza. En ese tórrido tiempo en que el miedo reinaba, en
que muchos renunciaban a la lucha para proteger sus vidas, tu seguiste
adelante, asumiste la conducción del MIR en tu zona, seguiste articulando
voluntades, resistencia, sosteniendo la llama que solo años después se
encendería.
Te siguieron, te emboscaron, te ametrallaron frente a tus
propios vecinos. No les importaba, al contrario. Te asesinaron e hicieron
desaparecer tu cuerpo descarada y desvergonzadamente. Para que el terror
reinara entre tus vecinos, entre tu familia, en el partido. El odio feroz de
los patrones y de sus esbirros buscaba no solo aniquilar tu cuerpo, tu
existencia, sino que también aniquilar a los tuyos, a los pobladores, a las
ideas y al proyecto de lucha que tú representabas.
Y hoy estamos aquí 35 años después para estar contigo,
para entregarte nuestro cariño, para que sepas que el ejemplo que sembraste
maduro en nuevas luchas, nuevos combates, nuevos pobladores, mujeres y hombres
que se han seguido levantando una y otra vez, enfrentando los mismos miedos que
tu enfrentaste, enfrentando los mismos temores, dudas, los mismos enemigos.
Hernán, tú fuiste leal, coherente, consecuente con tus
palabras y proyectos. Hemos aprendido que demasiados no lo fueron, hemos
aprendido que otros muchos se graduaron como tú de revolucionarios intachables,
hemos aprendido, sobretodo hoy día, la vigencia de ese proyecto político por el
cual te asesinaron: que habrá rebeldía mientras exista miseria y opresión.
Tu ejemplo, tu consecuencia, tal como la de Bautista van
Schowen, de Miguel Enríquez, como el ejemplo de los combatientes de Neltume y
de tantos y tantas que cayeron en la lucha, son hoy un legado de dignidad, de
ética, de ejemplo para las nuevas generaciones, sobre todo para los jóvenes
asqueados de dobles discursos, de maniobras politiqueras, de discursos vacíos
de consecuencia, de la miserable vida política basada en el cálculo político y
el contubernio, de la frustración y el conformismo proclamado como “política
realista”.
Para que nos engañamos hoy, si tú fuiste en tu tiempo de
aquellos “locos ultraizquierdistas” que llamabas a resistir con las armas a la
dictadura, si tú eras “extremista” que desarrollaba resistencia. Tú no eras ni
conciliador, ni medias tintas, ni solo un buen padre, o buen fotógrafo o buen
dirigente de pobladores. Tú fuiste asesinado porque no aceptabas la sumisión,
porque preferías arriesgar todo lo que te era más amado a quedarte pasivo, a
esperar que cambiaran las condiciones de lucha, a asilarte, a aceptar vivir
arrodillado y sometido. Te asesinaron porque eras semilla de rebeldía que se
esparcía, porque tu proyecto era de un futuro sin patrones ni burguesía, porque
eras un militante clasista y revolucionario.
Hoy, también el pueblo rojoynegro te despide a través de
estas palabras. Nosotros seguimos sosteniendo en lo fundamental, las ideas y el
proyecto que tú sostenías. Cierto es que estamos fragmentados, divididos, pero
seguimos de una u otro forma construyendo la fuerza social revolucionaria que
se requiere para materializar esas transformaciones sociales por las cuales tú
luchaste.
Salud camarada Hernán, tú sigues viviendo en las luchas
de tu pueblo, en las banderas rebeldes que enarbolan por centenares manos
jóvenes y decididas como fueron las tuyas, tú sigues viviendo en la luchas del
pueblo que comienza a despertar, como los de Dichato, de Aysen, de Freirina,
como los estudiantes secundarios, los temporeros de Aconcagua, los parceleros
que luchan contra el robo de agua, en los pescadores artesanales que enfrentan
al poder, entre las comunidades mapuches
que recuperan tierra y fundan órganos de autodefensa territoriales.
Honor y Gloria para Hernán Pérez Álvarez, hijo del pueblo, ejemplo de lucha y
consecuencia, mirista de verdad.
¡LA LUCHA CONTINUA…HASTA LA VICTORIA FINAL!
¡SOLO LA LUCHA NOS HARA LIBRES!