Gritos de agonía viven en mis oídos.
No puedo, no puedo apagarlos.
Llegan desde cada calle, desde el escondrijo clandestino
allanado
llegan desde la ratonera montada,
llegan desde mañana, desde ayer, desde siempre.
No puedo dejar de escucharlos
Rebotan en mi cráneo y se transforman en imágenes
que me dejan despavorido
que se vuelven nombres, proyectos, familias, historias
cientos, cientos y mas cientos
uno tras otro y otro y otra más.
Yo vi morir algunos
Apegado a un barrote carcelario sentí los disparos sobre
Miguel,
sobre los de Neltume y Lota,
y sentí los gritos de justicia de Sebastián Acevedo
Becerra
y la furia enardeciada de un pueblo entero en barricadas.
Yo no estuve cuando otros pero si estuve
de alguna manera, también siendo asesinado
mis pedazos de historias, de amores, de niños,
de sueños, de luchas, de sentido de vida.
No hay psiquiatra, ni analista, ni Freud, ni Lacan
ni el Papa, ni tus hermoso cuerpo amante mía
que puedan borrar estas heridas, ni siquiera suavizarlas.
Se abren cada día porque Azrrael, el señor de la muerte
sigue incólume su tarea disfrazado de Monsato, de huinca,
de banquero exitoso, de patrón indolente, de grupo
empresarial.
El cuchillo que degolló a Parada es del mismo metal
que la bala loca que trunco el mandato obrero de Jimenez,
la impiedad que encendió a Rodrigo de Negri es la misma
del que disparo al corazón del werken Melinao.
Que 40 años no es nada
que febril la mirada
los busca y los nombra
Gritos de agonía siguen sonando en mis oídos.
No perdonare jamás.
No existe ninguna reconciliación.
La dictadura del capital maquillada de democracia es un
asco.
El solo recuerdo y la pasividad, su mejor sustento.
Afilad los cuchillos ancestrales
Sonarán, tarde o temprano las campanadas de las horas
verdaderas.
La siembra ya despunta en verdores y nuevas flores rojas
y negras.
Ya llega, poco a poco, el tiempo justo
A pesar de que no lo creas, ya llega, ya llega….