miércoles, 23 de marzo de 2011

Occidente bombardea, la Liga Árabe evade la responsabilidad

Pepe Escobar
Publicado por Rebelión.or
Traducido por Germán Leyens

La historia seguramente registrará la ironía de que la nueva doctrina bélica del presidente de EE.UU., Barack Obama, se perfiló a bordo de Air Force One en ruta al profundamente pacífico Brasil; luego en un mensaje a EE.UU. desde Brasilia (sí, la Operación Amanecer de la Odisea se lanzó desde los trópicos y no desde el Mediterráneo); y finalmente en un cuarto de operaciones establecido en la asoleada y sexy ciudad de Rio de Janeiro.
Estos son los parámetros:

El Pentágono debe realizar una “operación limitada” sin la participación de tropas de tierra (hay que pensar en la actitud hacia Bosnia y Kosovo de Bill Clinton en los años noventa).EE.UU. forma parte de una “coalición” (de los dispuestos), pero no la dirige (hay que pensar en lo contrario a George W. Bush en Iraq).La operación es para “proteger civiles” y no tiene nada que ver con “cambio de régimen” (una vez más Clinton supera a Bush).
Todo se basa en “sólida legitimidad internacional” conferida por la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, más explícita que la que autorizó a la OTAN a actuar en Kosovo (por no mencionar la resolución inexistente para que Bush bombardeara Iraq).
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    Sin embargo, inmediatamente después que los Tomahawk empezaran a volar, la Casa Blanca comenzó a encontrar problemas. La “operación limitada” –como el bombardeo de las defensas aéreas y las instalaciones militares de Muamar Gadafi– prácticamente puede haber terminado y los estadounidenses se mueren por que los alivien del esfuerzo. ¿Pero quién se queda a cargo? El general Carter Ham, jefe del Africom de EE.UU. y actual comandante del Amanecer de la Odisea, lo resumió bastante bien, cuando dijo: “Lo primero que tiene que pasar es que se identifique qué es esa organización”. Vosotros combatís, nosotros observamos No será la Liga Árabe, cuyo voto por una zona de exclusión aérea sobre Libia fue ampliamente alcahueteado por cada diplomático occidental como base para la resolución de las Naciones Unidas. Pero entonces, el secretario general de la Liga Árabe Amr Mussa dio marcha atrás, y dijo que el ataque había ido más allá del objetivo inicial, que era proteger, no matar civiles. Y finalmente el demagogo y oportunista, Mussa volvió a recibir órdenes de la Casa de Saud (que presionó fuertemente por la zona de exclusión aérea): dio otra media vuelta, y dijo que la resolución estaba bien. Lo que nunca mencionan los medios corporativos occidentales es que entre los 22 miembros de la Liga Árabe fue Arabia Saudí –como líder de los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC)– la que cabildeó obsesivamente por la aplicación de la zona de exclusión aérea (gracias a la visceral mala sangre entre el rey Adbullah y Gadafi (vea El “top 10” del “Amanecer de la Odisea” en Rebelión del 22 de marzo); y que sólo Qatar enviará efectivamente un máximo de cuatro de sus cazas Mirage (nadie sabe cuándo). Incluso a pesar de que Obama llamó personalmente a Jeque Khalifa, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) cambiaron de opinión sobre el envío de sus jets y ayudarán solo en asuntos “humanitarios”. El jefe del GCC, Abdul Rahman bin Hamad al-Attiyah, insistió en Abu Dhabi en que Qatar y los EAU forman parte de la “coalición” –pero se negó a explicar cómo-. En cuanto al rey de Bahréin, Hamad al-Khalifa, prefirió explicar superficialmente que el minúsculo reino había frustrado un “complot externo” para debilitar su seguridad y estabilidad; también agradeció profusamente a las fuerzas de invasión saudíes que ahora le ayudan a reprimir todas las protestas pacíficas. Los sorprendentes titubeos y la hipocresía del GCC y de la Liga Árabe son complicados por la hostilidad abierta de la Unión Africana (UA) hacia la “coalición”, expresada en un comunicado desde Nouakchott, Mauritania, llamando a “un fin inmediato de todos los ataques”. La UA sólo demanda que Gadafi asegure que “ayuda humanitaria” llegue a los que la necesitan. Esto revienta el mito de que la “comunidad internacional” apoya el Amanecer de la Odisea. Las dictaduras árabes –que una vez más han aprobado un ataque a un país musulmán– temen a muerte la reacción de sus poblaciones si aumenta el “daño colateral”. La blogosfera árabe está saturada de acusaciones de que la ONU y la Liga Árabe han aprobado una desvergonzada conspiración occidental para apoderarse del petróleo libio. Los países africanos se oponen en su mayoría. Las potencias emergentes clave –Brasil, India, Indonesia, Turquía– no participan. Los cuatro miembros del BRIC (Brasil, Rusia, India, China) se abstuvieron en la votación en la ONU. China ha sido plenamente consciente de que tanto en África como en Suramérica –donde sus intereses comerciales rivalizan ahora con los de EE.UU.– el apoyo a la “coalición” es mínimo. Y Rusia ha ido un paso más lejos: según el primer ministro Vladimir Putin: “La resolución es defectuosa y deficiente… Lo permite todo. Se parece a llamados medievales a las cruzadas”. Es verdad, Rusia tiene contratos de armas con Libia de un tenor de 4.000 millones de dólares, y la mitad está pendiente. No es sorprendente que el supremo del Pentágono, Robert Gates, no haya podido convencer a Moscú para que apoye a la “coalición”. Disputa encarnizada Será que esta “coalición” tiene que ver en realidad sólo con la OTAN. ¿Será verdad? Hay una disputa encarnizada dentro de la OTAN. Nadie sabe cómo interpretar esa resolución “que permite todo”. En Gran Bretaña, el Ministerio de Defensa jura que la eliminación de Gadafi no forma parte del mandato (reflejando la opinión de Gates, quien dijo que sería “imprudente”). Pero el gobierno de David Cameron piensa que todo tiene que ver con el cambio de régimen. Y así es en la práctica para el gobierno de Obama –véase que todos, desde el presidente Obama a la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, insisten en que “Gadafi debe irse”. Francia –siguiendo el síndrome napoleónico del presidente Nicolas Sarkozy– no quiere entregar el comando a la OTAN. Otros miembros de la OTAN se quejan en voz alta de que los anglo-franceses más EE.UU., monopolizan todas las decisiones. Turquía, extremadamente preocupada por las muertes de civiles, y sobre todo preocupada por preservar su actual excelente posición en el mundo musulmán, se opone firmemente a una intervención de la OTAN –y en su lugar aboga por una revisión de otras posibles estrategias e incluso por un inmediato alto el fuego occidental. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan dijo: “La intervención militar de la OTAN en Libia y en cualquier otro país sería totalmente contraproducente”. En este contexto, es absurdo creer –como los proverbiales sospechosos de los think-tank– que una intervención de la OTAN siguiendo el modelo de Kosovo sería “exitosa”. En 1999, la OTAN bombardeó Yugoslavia durante 78 días, lanzó por lo menos 20.000 toneladas de bombas; y produjo miles de “daños colaterales” – todo en nombre de la “protección” humanitaria de los albanos en Kosovo. La masacre de Srebrenica, a propósito, tuvo lugar después de que la OTAN impuso una zona de exclusión aérea sobre Bosnia. Liga de forajidos El consorcio anglo-francés-estadounidense que dirige el Amanecer de la Odisea se ha dejado engañar por su propia propaganda –convencido ciegamente de la participación de la Liga Árabe- E incluso si la Liga Árabe participara totalmente, significaría que el Amanecer de la Odisea está apoyado por los mismos personajes de los que intenta librarse la gran revuelta árabe de 2011. La posición de la Liga Árabe se basa en dos motivos muy tenebrosos. Uno es el rey Abdullah y la obsesión de la Casa de Saud de eliminar a Gadafi. El otro es la campaña de Mussa por convertirse en el próximo presidente de Egipto. Mussa recibe sus órdenes de la Casa de Saud mientras trata de seducir a Washington para que apoye su candidatura a la presidencia. La resolución de la ONU no tiene nada que ver con alto el fuego. Los propios “rebeldes” ya han dicho que no aceptarán otra cosa que un cambio de régimen. La resolución apunta a un cambio de régimen –no importa lo que digan los militares británicos y estadounidenses-. Hay que contar con que caerán más misiles de crucero en el complejo de Gadafi en Bab al-Aziziya. Si Gadafi resiste, las cosas se pondrán aún peor. Según el derecho internacional su régimen sigue siendo legítimo. Podría incluso invocar el derecho a combatir contra una insurrección armada que trata de derribar su régimen. En realidad tiene más derecho que las dictaduras de Yemen y Bahréin, que matan a tiros a los manifestantes desarmados. La verdadera prueba para la nueva doctrina bélica de Obama –y sus acólitos europeos– será cómo lograr un cambio de régimen sin una guerra terrestre. Pero la historia podrá decidir que exactamente como en Georgia, Chipre, Nagorno-Karabakh, Kosovo o Nor/Sudcorea, podríamos estar en camino de despedirnos de la Libia unificada.

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lunes, 21 de marzo de 2011

La Dictadura Mundial se empeña en su marcha

Beto, http://poesiapopular-beto.blogspot.com/

- 1 -
La dictadura mundial
se empeña en su marcha,
dividiendo a sus anchas
a los pueblos por igual.
Están los que tienen su aval
y los tiene como amigo,
a los que le da abrigo
si aceptan su codicia,
y estan los que le propicia
“humanitario” castigo.

- 2 -
Hay democracias compinches
y otras que no son tanto,
tiene dictadores santos
y otros que le arman bochinche.
Tiene dictadores pinches
que a veces son muy inciertos,
y hay gobiernos por cierto
que el imperio les da duro,
y les desea un futuro
de desdicha y desconcierto.
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    - 3 - Tiene terroristas tiernos y democracias muy malas, a las que le corre balas con fuego de mil infiernos. Tiene aliados eternos que son de igual calaña, que con alevosa saña van en pos de la energía, esto es lo que siempre guía su belicosa campaña - 4 - España, Bélgica, Holanda Gran Bretaña, Italia, Grecia, Dinamarca, Francia necia USA parte de la banda. Socios que van en demanda de la ansiada presea, locura paneuropea contra su antiguo socio, las bombas son por negocio en su imbécil “Odisea” * - 5 - El petróleo ansiada meta es lo que más les preocupa, democracia va a la grupa va de pantalla y careta. Es la misma cantaleta de un imperio aún fuerte, dice proteger la suerte del pueblo, sus habitantes, pero siembra a cada instante ataques, bombas y muerte. - 6 - Nobel Premio de la Paz le regalaron a Obama, pero en vez de Paz derrama guerra artera y falaz. Este imperio rapaz con su “odisea” funesta, quiere una Libia presta con un títere obediente, vayánse inmediatamente pero vayánse a la cresta. Beto

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EL ATAQUE DEL IMPERIO A LIBIA (Alma Negra)



La guerra es la continuación de la política por otros medios, a saber, los armados.
Es un acto de fuerza que se lleva a cabo para imponer el dominio y la propia voluntad. 
Carl con Clausewitz
     
Más de 110 misiles  han caído a la fecha sobre Libia lanzados por la Coalición encabezada por Estados Unidos, Francia, Inglaterra, España y demás aliados, mientras se despliegan en la zona, redoblando la amenaza, todo tipo de fuerzas incluidos portaviones y  submarinos atómicos. Alemania, China y Rusia observan a la distancia la nueva aventura de sus socios imperiales cuyo fin no es más ni menos que el control y dominio geopolítico de la zona y principalmente el petróleo.
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    Sabido es que, el desarrollo del capitalismo, basado por un lado en la explotación del hombre por el hombre, y por otro lado en la competencia que culmina en el proceso de concentración de la riqueza y el poder, necesariamente conduce a la lucha por las materias primas, el control de la tecnología y de los mercados. En este marco, no existe ninguna guerra en que la primera victima de la guerra no haya sido la verdad. Por cierto que las violentas invasiones, dominio  y subordinación de los pueblos y naciones de África, América Latina y Asia fueron realizadas siempre  bajo pretextos civilizadores. El cowboys matando indios en Norteamérica, el Boers en Sudáfrica, el español en Chile, el francés en Indochina o el ingles en la India, respondían a la misma lógica: dominar a los pueblos por la fuerza para apoderarse de sus riquezas bajo distintos pretextos que la mayoría del “mundo civilizado” aceptaba como correctos y justos. No es muy distinto a Hitler encubriendo sus ataques bajo el pretexto de proteger a las minorías germanas y en la depuración de la raza amenazada por las razas inferiores, o a los norteamericanos en Iraq tras un supuesto poder atómico que nunca existió.  
    Evidentemente desde hace mucho la propaganda y la información es un medio más incorporado a la guerra en todas sus fases, máxime cuando la dominación ejercida a escala planetaria requiere del dominio (imposición) de las ideas que configuran y determinan la “opinión publica” y el mal llamado “sentido común”.  Si el poderío industrial-militar de la dominación es abismante e impresionante, de igual modo lo es su aparato propagandístico constituido por Centros de Investigaciones, cadenas monopólicas de diarios, radios y televisión y miles de ONG, institutos, sectas, organizaciones de todo tipo articuladas para replicar el discurso único. Un poco-mucho de lo que George Orwel anunciaba en su  famosa novela “1984”. 
    En momentos que el mundo árabe se levanta en distintos países derribando monarquías títeres del imperio, la oleada revolucionaria llega a Libia constituyéndose un movimiento que intenta el derrocamiento de Gadafi y su régimen. ¿Es Gadafy representante de un régimen socialista, popular que haya desarrollado transformaciones revolucionarias en la sociedad? Evidentemente que no. Más allá de la revolución inicial, el libre verde y el diseño de una sociedad con alto nivel de participación desde las bases, nunca fue un proyecto clasista, que se planteara la propiedad colectiva de los medios de producción social. Evidentemente su postura nacionalista y antiimperialista lo llevó a episodios de alto nivel de contradicciones con el imperialismo que apeló al bombardeo de su palacio en su máxima algidez.  No obstante “ese” Gadafy en el plano internacional había sido ya aceptado por los estados y grupos económicos que no vacilaban en desarrollar pingues negocios. Baste recordar que el propio EEUU debió pagar indemnizaciones por el ataque a su palacio, que últimamente Gadafy había sido excluido del llamado “eje del mal” y la excelente relación comercial entre su gobierno y Berlusconi. Los datos del régimen interior, de los niveles de democracia interna son brumosos y caen de lleno en la campaña de demonización del personaje. Ciertamente se reconoce un nivel de desarrollo económico y cultural del país que no tiene paralelo en la región, lo que explica una extensa capa social de pequeña y mediana burguesía culta, progresista, que ve en las democracias occidentales un modelo. También es cierto que Gadafy tenía y tiene altos niveles de contradicción con los musulmanes fundamentalistas. Así como también es conocido el hecho de la presencia de muchos trabajadores extranjeros y mano de obra calificada, que disputa con los nativos los puestos de trabajo.
    Las movilizaciones de los árabes en la región, apoyadas también en la crisis alimentaria que sacudía al país, son las causas que articulan el movimiento que se plantea el desalojo de Kadafy.
     A la fecha no está clara la composición social y política del movimiento, sus objetivos, relaciones y vínculos. Trasciende la existencia en su interior de corrientes fundamentalistas, monárquicas, personas hasta ayer funcionarios del propio régimen de Gadafy, sectores liberales y progresistas descontentos con el régimen. La dinámica de la confrontación interna, el paso de la protesta pacifica o civil a la lucha armada interna, es un hecho no menor pero desconocido absolutamente por la maniobra imperialista de cooptar el movimiento inicial para, a rio revuelto, imponer sus términos o voluntad.
    Es necesario por tanto detenerse un momento a analizar el carácter del conflicto planteado, que escala, antes de la intervención imperialista, a una guerra abierta entre dos facciones armadas. ¿Es alguna de ella representante de los intereses de la clase obrera o de los sectores populares de Libia?
    Hasta ahora no hay ninguna información confiable al respecto y por el contrario, todas las informaciones existentes señalan que es una lucha por el reparto del botín, por cuotas mas o menos dentro del mismo tipo de estado.
    Al respecto, Lenin señalaba en su disputa con los socialdemócratas que apoyaban a sus respectivas burguesías, que la actitud correcta del socialismo revolucionario era el no tomar partido por ninguna de ella y aprovechar las contradicciones para develar el carácter de clases y preparar la lucha independiente por el poder.
    El tomar partido por quienes luchan por derrocar a Gadafy significa apoyar una fracción contra otra y reforzar el clima propagandístico generado por el imperialismo para intervenir. Por ello era correcta la apreciación de Fidel castro y de Chavez de oponerse a la intervención de fuerzas extranjeras y permitir que los propios libios resolvieran sus contradicciones en respecto de la autonomía y de no intervención en los asuntos internos de otro país.
    Porque es absolutamente irreal la resolución de proteger un movimiento civil o población cuando ya esté movimiento esta armado, con tanques y artillería, y que asume el control de territorios y ciudades.  Estamos frente a una guerra civil en donde claramente la coalición imperialista interviene a favor de una de las partes a partir de un mandato ambiguo, resistido por quienes, desde el propio imperio, saben que una cosa en la guerra es bombardear ciudades, controlar el Estado y el aparato administrativo y otra cosa muy distinta es ganar una guerra que exige de infantería, que exige control y subordinación de la población, que exige permanencia en los territorios y hegemonía ideológica cuestión que ni las bombas ni la metralla construye. Son las lecciones de Vietnam, Afganistán, Iraq  como ayer fueron Argelia, India, etc. Claramente la posibilidad de que se habrá una larga guerra de resistencia al invasor, es el peor escenario para las fuerzas imperiales y es de ya la defunción política de las fuerzas que inicialmente se levantaron contra Gadafy, que resistieron la entrada de fuerzas extranjeras y que ahora se convertirán en aliados y títeres del invasor.     
    Las consecuencias de la intervención imperialista en Libia, no serán menores y reforzaran el fundamentalismo musulmán que en el sentimiento antiimperialista encuentra terreno abonado. No menor serán las tensiones que se acumulan al interior de los países imperiales y su lucha por la hegemonía: cualquier avance del adversario en el control de territorios y materias primas es un peligro latente en la disputa. China en particular con sus inversiones, centenares de asesores técnicos y trabajadores instalados en Libia, por ejemplo.
    La resolución de Naciones Unidas de no intervención en los asuntos internos de los países, en la practica es letra muerta desde hace mucho. La necesidad del control de las últimas gotas de petróleo que tiene la humanidad lleva a los países imperialistas a una guerra despiadada, preámbulo de los escenarios futuros de lucha por el alimento cada vez más escaso y principalmente por el agua.
    Una vez más, los hechos concretos, esta vez el ataque de la “Coalición” a Libia, muestran el carácter real del imperialismo y el rol de gendarme que tiene su cabeza imperial, los Estados Unidos.  Cabe preguntarse si después de esta nueva aventura bélica no vienen Cuba o Venezuela como muchos de los apologistas imperiales vienen solicitando.

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