martes, 13 de septiembre de 2011

A propósito del Roto Chileno (Cristian Cottet)

Los pobres que habitan el suburbio de la ciudad
desean protestar y no les dejan
porque amanecemos con muertos en los diarios
porque los pobres deben morir o trabajar
pero nunca protestar
los pobres se levantan temprano
tres horas desde su casa hasta el taller
o desde su casa a otra casa
donde son empleadas de servicio
o desde su casa a un mall
o desde su casa a su casa cuando son cesantes
por eso los pobres se olvidan de leer
analfabetos por desuso les llaman
y no entienden nada de nada decía una tía lejana
la verdad de las cosas
los pobres se enojan entre ellos se amenazan
se acusan de ladrones de puta y miserables
mientras beben un jarro de chicha con naranja
cuando se casan los pobres bailan un vals a tropezones
y dedican parte de su sueldo para comprar el anillo
y no es todo
los pobres comen todos los días
pero consumen la mitad de leche que los ricos
un tercio de carne menos que los ricos
un quinto de mantequilla menos que los ricos
los pobres no saben de universidades
y no entienden las marchas que organizan
los estudiantes universitarios
los pobres están convencidos que la educación
les ayuda a llegar a ser doctores
pero ningún pobre ha llegado a estudiar medicina
entonces
los pobres protestan con capucha
los pobres protestan a gritos
los pobres muchas veces son de derecha
los pobres a veces son comunistas sólo a veces
los pobres protestan desde su barrio
la policía les lanza bombas lacrimógenas a los estudiantes
les lanzan perdigones de goma a los estudiantes
les lanzan agua de canales a los estudiantes
y los estudiantes expulsan a los pobres con capucha
y los estudiantes denuncian al encapuchado
y los estudiantes amenazan a los encapuchados
pero a ellos no les importa
a los pobres les dan de tiro tiro y de metralla
porque los pobres protestan en sus barrios
porque los pobres no entienden de otra forma
porque los pobres no se coordinan
porque los pobres fabrican escopetas recortadas
y roban y se besan y se engañan y se aman
los pobres sostienen los países con sus hombros
y no se les ve llorar y son insolentes
y son un tropel de rotos hediondos y encapuchados
porque no solicitan la calle principal para una marcha
los pobres cuando son maricones
son doblemente maricones y doblemente pobres
y doblemente perseguidos
y doblemente encapuchados.

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SEPTIEMBRE (ALMA NEGRA)

En la calle Romero de mis recuerdos, Septiembre huele a fachadas recién pintadas, olorosos asados, empanadas, vino y la chicha de los boliches de la esquina del pecado, donde las niñas que tratan de tú lucían sus encantos para atraer clientela. Y claro, el brote de los volantines, de las ñeclas para los más chicos, del pavo que mi tío Ernesto con hilo curado y su cañuela, elevaba desde el techo de la casa de la abuela Teresa inaugurando las comisiones, los volantines cortados, las carreras de decenas de niños con cañas y ramas intentando atrapar a los esquivos pájaros de papel liberados. Y que decir de las cuecas tocadas en el piano por los viejos que concurrian al Colmao a tomarse sus pencazos. Me pasaba la tarde entera escuchando la alegría chispeante, las tallas doble sentido y esa felicidad de pobres que inundaba calle Chacabuco.

Cuando nos fuimos a la Población El Pinar, Septiembre adquirió otro sabor: era el desfile de la Escuela en la calle principal, el “estreno” de la pinta diciochera, la banda de guerra amaranto de la Jota, los camisas grises de la juventud socialista, las fondas del trago barato y las cuecas interminables, las peleas de borrachos, los simulacros de peleas de los muy borrachos, el circo que llegaba al peladero justo al lado de los “juegos” cuyo parlante no cesaba de enviar mensajes de amor, de perdon, de reconciliación entre las parejas de nuestro mundo construido alrededor de la fabrica Sumar.

Sólo una vez me aventure a mirar la parada y fue desde lejos. En mi cabeza siempre estaban presentes los asesinados en la vía férrea de la José Maria Caro, los baleados por un helicóptero en La Legua y el Pinar para el paro de la CUT contra los chiribonos, y por supuesto un poco después, en plena adolescencia, los asesinados en El Salvador y Puerto Montt. Claro que cuando niño había disfrutado las aventuras radiales de Adiós El Séptimo de Línea, o las canciones de los Cuatro Cuartos dedicadas a las FFAA, pero no era suficiente para resolver esa desconfianza que me producían los uniformados. ¿Para que existían si Perú, Argentina y Bolivia eran países tan pobres como nosotros? ¿Había otra razón para tantas armas si como nos enseñaba la canción  escolar Argentina, Brasil y Bolivia,  Colombia, Chile y Ecuador…“ son hermanos soberanos de la libertad”

Cuando se levantó el General Viaux en el Tacna, yo andaba ya mirando chiquillas y militancia. No tuve miedo y fui uno de los tantos que concurrí esa tarde a las cercanías del regimiento a gritar y enfrentar a mano pelada el conato golpista. Fue determinante para enterrar para siempre algún tipo de recuerdo grato de “gestas heroicas” de uniformados, algo que me persiguió durante mis primeros años de militancia revolucionaria y en las tareas que luego asumiría, junto a una cincuentena de militantes, de resguardar al presidente Allende. Porque Septiembre fue entonces el día 4, el día del triunfo de Allende, esperanza de los pobres, esperanza de cambio, anhelos de un pueblo entero de poner fin a la esclavitud moderna y la dependencia y del inicio de un periodo distinto de lucha por la libertad, por un mundo nuevo…aunque de reojos no perdíamos los movimientos de los patrones, de los conspiradores, de los golpistas. Septiembre durante esos años se convirtió entonces en una fecha complicada: muchos uniformados juntos, peligro de golpe militar.

Y fue precisamente Septiembre, que como dice Silvio, nos hizo “bajar a la tierra, perdón quise decir a la guerra”. Ya no emboques, ni trompos,  ni cazuelas, ni curantos, ni chicha en cacho. La histórica sed de acumulación de riquezas de los dueños del poder que lanzaban bombas, ametrallaban, salían pintarrajeados (¿encapuchados?) a cazar dirigentes sociales, militantes de la unidad popular, a la señora de la JAP, al dirigente estudiantil, a la oradora de la ultima manifestación, al chico que había pintado al Ché en su bolso escolar, al obrero que había osado subirse a un cajón y arengar a sus iguales a tomar el control de la fabrica, al hombre de ojotas que recuperó tierras corriendo cercos. Era la cacería mirada por un país de señoritos gozosos, de patrones y crumiros que izaban bandera celebrando la heroica gesta de los nunca derrotados armados hasta los dientes contra un pueblo desarmado que no había querido aprender las lecciones de la historia.
Fueron los Septiembres Negros, de mujeres como Marta Ugarte lanzadas al mar sin que existieran miles de personas mirando por la televisión su búsqueda, de mujeres estranguladas como Lumi Videla, de tantos y tantos fusilados, degollados, lapidados vivos como los de Lonquen, colgados, asfixiados por los buenos alumnos de maestros brasileños, israelíes, alemanes y norteamericanos.

Fueron duros esos Septiembres para quienes estábamos encarcelados. Días de encierro temprano, de suspensión de visitas, de recordar a los caídos y a los que estaban cayendo, de aferrarse a la certeza que algún día derribaríamos a la dictadura. Días en que sentíamos la solidaridad de la población penal común que golpeaba latas, que se amotinaba, en solidaridad con “los políticos”, los “prisioneros de guerra” los “humanoides”. ¡Como vamos a olvidar al gendarme que se mofaba de nuestro estado!!Como nos vamos a olvidar de ese otro gendarme que en silencio traía un recado, una palabra de aliento, un mensaje clandestino!

Y septiembre en el exilio era traumático. Debe existir por algún lado el registro de las depresiones, de las lagrimas derramadas, de los nudos en la garganta, de los gritos desgarrados en los actos de denuncia de los primeros años, de la ira sorda de los testimoneantes: “Yo soy fulana de tal, trabajadora, detenida por la DINA, a mi me torturo salvajemente el Guatón Romo y me violaron los guardias, Estuve en Villa Grimaldi con Jose, Hernan, Alberto y Maria todos ellos ahora Detenidos Desaparecidos…”

Maldito Septiembre de aquellos años de derrota más profunda y de festín de la jauría. Del odio feroz que se acumulaba. Si, odio. Odio que persiste aun cuando hoy nos hablen de reconciliación, de justicia dentro de lo posible. Odio acumulado, rencor puro contra los que destruyeron los sueños y la vida de toda una generación de luchadores sociales intachables, mismo odio que se elevó más y más cuando el pueblo comenzó a salir de su letargo y a golpear con la Resistencia Popular primero, luego con los Paros y protestas nacionales, con el Frente Patriótico y las fuerzas del Lautaro. ¿Has olvidado Fuente Ovejuna? ¿Has olvidado Corpus Cristo? ¿Has olvidado a Sebastián Acevedo? ¿Has olvidado a los degollados, a los quemados, a los explosionados, a los quemados en vehículos, a los de Neltume, a los de Concepción, a Arcadia Flores, a Luís Díaz, a Palito, Aracelli Romo, a los hermanos Vergara?

Porque ya no fuimos más los ingenuos poniendo la otra mejilla y aceptando las reglas del verdugo es que nos levantamos ayer, anteayer y nos levantamos hoy. Porque aprendimos, como decía el Ché, que un pueblo sin odio no puede vencer. Y fuimos capaces de construir fuerzas que llevo el dolor a las casas del enemigo. Y vimos sus centros de diversión y consumo arder, y vimos a sus perros guardianes lamerse las heridas, y vimos miles y miles de luciérnagas encendidas en protestas y paros iluminando caminos, y vimos a la escolta del tirano huir despavorida, y a los “aguerridos” violadores de mujeres prisioneras indefensa con sus rostros desfigurados al ver al pueblo armado encarándolos y castigándolos.  Claro que ahora ya no fuimos “humanoides”, ni “prisioneros de guerra”, al devolver golpe por golpe fuimos “terroristas” “subversivos” “criminales”.

Septiembre sigo siendo ajeno para nosotros, desde que se instaló la Concertación y la pseudo democracia , esa “especial” democracia inventada por la Trilateral Comisión gringa para nuestro Tercer Mundo, la democracia “restringida” sinónimo de  Contrainsurgencia.
Años tras año, a contrapelo del olvido decretado, las barricadas se encienden, las poblaciones corcovean. Con nuevas razones.
Razones con rostro de bailarina, de mapuches, de obreros forestales, de joven evangélico.

¿Has olvidado como fue muerto Ariel? ¿Enrique Torres, Ignacio Escobar,Sergio Valdes? ¿Acaso no recuerdas a Alexis y Fabián? ¿Ubicas a Andrés Soto, a Mauricio Gómez, a José Miguel Martínez? ¿Te olvidaste de Pedro Ortiz,, de Rene Largos Farias, José Araya Ortiz? ¿Existe algún lugar en tu memoria para recordar al viejo Sergio Calderón? ¿Y los de la masacre de la micro en Apoquindo: Yuri,  Raúl, Alejandro? La lista se extiende a lo largo de Chile y del tiempo: Claudia López, Daniel Menco, Alex Lemun, Zenen Díaz, José Huenente, Juan Collihuin, Rodrigo Cisterna, Matías Catrileo, Johnny Cariqueo, Jaime Mendoza, Daniel Riquelme y este año Manuel Gutiérrez.

Por estos muertos, nuestros muertos la televisión no realizó programas especiales, no hubo duelo nacional, no se movilizaron recursos para auxiliar a los heridos o buscar los desaparecidos.

Ellos solo viven en nuestra memoria y seguirán vivos ahí mientras exista lucha y quienes retomen su ejemplo.

Septiembre no nos devuelve aún la alegría del desfile en la población, del trompo, los volantines y pavos, las cuecas en piano, el compartir la empanada y el curanto con el milico patas hedionda o el chancho de maquina marino.

Septiembre de este año nos trae las brisas de una nueva generación de luchadores sociales, principalmente estudiantiles, que desafían al poder en sus cimientos. Ojala que la brisa se convierta en vientos, y los vientos en Raco, en Puelche, en Pampero, Terral, Puihua, vientos huracanados de un pueblo que derribe de una vez y para siempre el dominio de los poderosos, construyendo un Chile Popular y devolviéndonos la alegría de un Septiembre de los pobres.

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Este es el último texto que les entrego a vuestra consideración. Mañana entraré al taller de reparaciones por algunas semanas. Espero estar nuevamente en las calles de mi país construyendo junto a ustedes la alternativa popular. Gracias a  amigos y lectores por  el apoyo y deseos expresados. 

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domingo, 11 de septiembre de 2011

ONCE DE SEPTIEMBRE DE 1973 EN MAIPU (Fragmento del libro "De la Brigada Secundaria al Cordon Cerrillos)

No se como llegue a Cerrillos, recuerdo que subía y bajaba de vehículos que me iban acercando, que recorría tramos del camino medio corriendo o caminando y que por las calles iba recogiendo información: “Se sublevó la Armada” - cuenta un comerciante-, “Hay combates en Tomas Moro y la Moneda” – informa un estudiante, “Se están agarrando entre ellos” – comenta sonriendo un trabajador, “El general Prats avanza con divisiones desde el norte”- agrega no se quien.
Finalmente, pasando la calle Buzeta encaramado en un camión, llegue al Cordón Cerrillos, observando impactado el panorama: frente a las industrias nidos de ametralladoras y tropas en actitud beligerante apuntando a los trabajadores. Hileras de personas transitan a pie por Camino a Melipilla sin hablar ni hacer comentarios. Tampoco recuerdo como atravesé Maipú para llegar al otro extremo a la Industria Perlack.
Ya estaban en el lugar la mayoría de los miembros de la Dirección Local y algunos militantes y dirigentes sindicales, campesinos y pobladores.
Luego de un rato de ansiosos y nerviosos comentarios, Renato dio inicio a una reunión que continuamente era interrumpida para escuchar las noticias que llegaban. Parte informando que no tiene contactos con la Comisión Política o el Comité Regional, por tanto sabe lo mismo que nosotros respecto al golpe en desarrollo. Adrián cuenta que alcanzó a escuchar al Presidente Allende en algunas radios, pero que ahora hay cadena y que habían silenciado Radio Magallanes por donde estaba saliendo Allende. Santos Romeo informa de una reunión de emergencia convocada por el Cordón, para a reglón seguido afirmar que no hay comunicaciones con varios dirigentes importantes y decisivos para articular alguna respuesta de masas. Chino Bertín informa que se ha conectado con militantes comunistas y que ellos se están concentrando en algunas de las industrias grandes, con órdenes de tomarlas y esperar los acontecimientos, sobretodo a la espera de si se cierra el parlamento o no. Aún no hay informaciones claras del sector campesino y desde pobladores se nos informa que hay tropas provenientes de fuera de Santiago acuarteladas en la FISA, en la Piscina Maipú y que hay patrullajes esporádicos en algunas poblaciones. Desde el Mercado Popular se informa que miembros de las brigadas que conducen el Malo y el Guajiro se están reuniendo allí, a la espera de instrucciones. Es el momento de las decisiones militares y los ojos buscan interrogando a “Diego” el responsable militar del Comité Local.
Estoy nervioso. La boca seca me impide hablar fluido. Por mi mente pasa raudo el pensamiento: tengo veintiún años, se mucho en teoría pero no tengo experiencia practica alguna y que lo que diga será determinante para la vida o quizás la muerte de quienes estamos ahí. Respiro profundo y trato de exponer lo más claro posible: no hay contacto con la Comisión Política ni con el Regional por tanto ignoramos la envergadura de los sucesos, hay un contacto telefónico con Gaspar de la CREM quien ha prometido que, si se llega a generar resistencia armada en el sector, enviará una escuadra de Fuerza Central al Cordón, vale decir seis fusiles, dos ametralladoras y quizás un lanzacohetes. La noticia parece alegrar a algunos. A continuación lanzo el balde de agua fría: la unidad operativa está perdida y de los cuatro compañeros que la componen, ninguno ha llegado al sector. ¿Deserción? ¿Están acuarteladas en otro lado y obedeciendo una conducción central? Explico que quizás no pudieron llegar por los problemas de transito, ausencia de transporte publico, pero mientras explico, me doy cuenta que ni yo mismo me convenzo del asunto puesto que, personalmente atravesé todo Santiago, primero desde la población La Victoria a Ñuñoa y luego regresé de Ñuñoa a Maipú. Lo cierto es que, explico, no tenemos la subametralladora ni las cuatro armas cortas, ni el vehículo de la unidad. Tampoco aparece la gente de Talleres y Logística que manejan algunos depósitos de armas caseras, ni los tres militantes de informaciones ni las compañeras de comunicaciones que tienen la radio de onda corta prevista para la ocasión. Vale decir, todo el aparato técnico militar del Comité Local se ha esfumado, no existe en el único momento para el que durante un par de años y los últimos meses se venían preparando. Solo está el equipo de dirección, los militantes de los frentes sociales y la masa. ¿Que tenemos para resistir? Solo tenemos una idea de maniobra general de autodefensa trabajada largamente con sectores de masas, pero qué, para ponerla en practica no se dan las mínimas condiciones: no hay focos de resistencia en Santiago, ni en las cercanías, no hay unidades de las FFA descolgándose del mando golpista, no hay masas en la calle, no hay información de lo que pasa en el país, no tenemos armamento. Solo la voluntad y empuje de los sectores más decididos.

La reunión termina con una resolución de transición evaluando que no se sabe con certezas que magnitud tiene el intento golpista, Se plantea salir a buscar informaciones, coordinación con los partidos de izquierda, buscar medios materiales para resistir, sacar a la gente del Mercado Popular y mandarla a casas de seguridad y conectar a la militancia que está dispersa. Se fija reunión de consulta y evaluación a las 15.00.

Salimos con Adrián a explorar la zona en un vehículo. En el sector industrial algunos puntos controlados por las FFAA han sido retirados y piquetes de obreros comienzan a asomarse en algunas industrias. Algunos que nos conocen nos reclaman armas y nos insultan cuando les decimos que no tenemos. Al regresar, nos encontramos que, sobretodo las trabajadoras de Perlack han salido a la calle armando barricadas. Se ve a lo lejos, el humo que comienza a salir de las barricadas de FENSA, por lo que dos de los puntos señalados para resistir, están comenzando a funcionar.

Sobre la marcha comenzamos a constituir una pequeña fuerza operativa con trabajadores de Perlack y militantes sueltos que llegan al lugar. Aparecen dos fusiles mecánicos, Guajiro aporta una pistola, Santos Romeo cuatro armas cortas de la industria más la mía hacen seis. Voy al depósito cercano, la casa del profesor y regreso con dos cajas de granadas hechizas que no tienen sistema de encendido. En la fábrica se improvisa un taller y se comienzan a poner a punto. De repente los gritos llegan a donde estamos: están bombardeando la Moneda. Desde lugares en altura se pueden observar las maniobras de los aviones. La gente de las barricadas se enardece y ya hay llantos de dolor y furia. Las mujeres desde las barricadas increpan a los hombres para que salgan a la calle. De súbito aparece en el lugar una camioneta con soldados de la FACH. Son rodeados por la gente que grita y los insulta. Se descontrolan y un grupo de ellos se repliega mientras se intenta desarmar a dos de ellos. La situación es confusa: ellos no quieren disparar y crece el rumor que vienen a sumarse a la resistencia. Finalmente se van y a los pocos minutos aparecen dos helicópteros que vuelan rasantes y disparan a la calle sin herir a nadie. Un nuevo pase de los helicópteros y ahora si las balas pican en el cemento y dejan un reguero igual que en las películas. Se van los helicópteros y un rato después llega la información de que en algunas industrias no controladas por los militares se están entregando productos a la población y entregando dinero a sus trabajadores.

Junto a Guajiro y Adrián hemos establecido un pequeño mando. Tomamos algunas medidas y parte de la pequeña fuerza, al mando de “Peluso”, un obrero de Perlack, se instala en la cima de la pequeña colina a la entrada de Maipú. Se camuflan a la espera de que regresen los helicópteros. Están nerviosos, saben que solo tienen fusiles mecánicos, pero todos confiamos en el factor sorpresa. Chango, Santos Romeo y el Chino regresan con noticias: no hay reunión del Cordón: los dirigentes socialistas se han esfumado y solo están algunos dirigentes comunistas, sobretodo en FENSA donde se han concentrado y la tienen tomada. En la cercanía de la industria hay dos carros y no se sabe si son tanques o carros de asalto. Se presume que se preparan para entrar a la industria porque se ha visto concentración de tropas en la cercanía.

Un helicóptero regresa para atacar la barricada de Perlack y se encuentra de lleno y sorpresivamente con el fuego que desde altura realizan los compañeros. Se eleva y comienza a girar sin control. La gente sale nuevamente a la calle y grita de alegría mirando al helicóptero que se pierde en el horizonte sin que sepamos si fue derribado o no.

Ahora si las noticias se amontonan: la Moneda fue bombardeada y se presume que Allende ha muerto el combate. Llegan noticias de enfrentamientos en La Legua y en Vicuña Mackenna. Desde FENSA se informa que el desalojo es inminente y que los compañeros del FTR se han retirado ante el abucheo de la gente del PC que quiere resistir sin armamento. Llegan los militantes trabajadores de FENSA y se les ordena acuartelarse en casa cercana. La reunión de Dirección se suspende hasta las ocho. Renato decide salir de la zona y viajar a Santiago para tomar contacto y tener noticias. Adrián asume la conducción.
Por mi parte, ya tengo un cuadro claro de fuerzas que se están agrupando a lo menos en cuatro puntos: los trabajadores de Perlack que se trasladan a una casa de madera que llamamos “La Escuela “, los de FENSA que están en casas de seguridad, los pobladores que estaban en el Mercado dirigidos por el Malo, un grupo de jóvenes que desde Las Rejas han comenzado a desplazarse para llegar a Maipú. Tambien hay avances respecto a medios materiales: una fracción del PS quiere hacernos entrega de granadas industriales, y un militante de la IC ha entregado un saco de armas entre las cuales hay una decena de armas entre subametralladoras, pistolas, revólveres y suficiente parque.

Poco antes de las ocho me dirijo a la casa de reunión. Mala cosa. La zona está rodeada por las FFAA que comienzan a peinar el sector. Voy a la casa de alternativa. Es la casa de la madre de un miembro de dirección del MIR. Ella es española, sobreviviente de la Guerra Civil y de carácter fuerte. Cocina mientras algunos miran la televisión. En el relajo, siento que el estomago me aprieta y comienzo a tiritar. Estoy como autómata. Ella se acerca, me mira y comenta que estoy en shock, que lo ha visto antes en la guerra española. Me lleva a su pieza y me ordena dormir. No se cuanto rato duermo. Despierto alarmado y más despejado. Regreso a la reunión justo para escuchar al General Leight prometer que extirpará el cáncer marxista.

La reunión comienza y el análisis es claro: no hay orientaciones de nuestro mando, de la Comisión Política o de la CREM, no hay respuesta masiva frente al golpe y aunque las FFAA han usado la sorpresa, no está claro lo que vendrá. En la comuna, las FFAA controlan algunos puntos pero no los caminos ni las poblaciones. Se cuenta con medios y fuerza para intentar algo. Hay consenso. La discusión se traslada a la alternativa del uso de las fuerza, a la necesidad de responder al golpe versus la continuidad de la lucha y la preservación de las fuerzas. ¿Y si están surgiendo focos de resistencia en otros lugares? ¿Será verdad lo captado en radio onda corta respecto a levantamientos en Panguipulli? ¿Y el levantamiento en Linares que comentan otros? Sabemos que hay fuerza y militancia entre los suboficiales, soldados y clases, no solo del MIR sino de otros partidos. Y estas fuerzas solo pueden activarse a condición de exista resistencia popular. La discusión gira y vuelve nuevamente al mismo punto: no hay información, no hay claridad. El Golpe ha sido exitoso y respecto a nosotros nos pillo desarticulados, intervenidos, desconectados, creyendo que se impondría la conciliación. No hay comunicaciones internas, el aparato orgánico no responde, no aparecen los militantes técnico militares, solo están los militantes de base de los frentes, los pocos pobladores, obreros y estudiantes que nos acompañan.
El Golpe se está imponiendo sin contrapeso y hablar de continuidad de la lucha es impensable sin hacer nada. El partido y nuestra propuesta no tendrán credibilidad si no luchamos. Hablan todos entregando sus opiniones. No hay optimismo en las palabras de Chango, Adrián, Bertín, Pepe Amigo, Guajiro, Máximo y Santos Romeo. Finalmente éste último insiste en que no podemos dejar pasar el momento histórico sin hacer nada, y que lo que hagamos siempre será mejor a no hacer nada. Termina diciendo que quizás nos maten en el intento, pero que la historia recordará algún día al puñado de hombres y mujeres que lucharon como sinónimo de consecuencia.

Está todo dicho. Guajiro y Chino salen a buscar las armas que pasará el grupo del P.S., Pepe Amigo, “el Malo”, sale a buscar a su grupo con orden de concurrir a la Escuela, donde se concentrará toda la fuerza disponible. Adrián, Máximo, Chango y Santos Romeo no participarán en acciones y darán continuidad a la lucha.

Salgo con un ex compañero del GAP, recientemente trasladado al GPM, que ha llegado a luchar junto a nosotros. Vamos a buscar las armas escondidas en un depósito. A poco andar sentimos disparos y carreras. Nos ocultamos y luego de algunos minutos vemos, a lo lejos, una micro y un piquete de uniformados en la calle. Me imagino que son una especie de patrulla explorando. Disparamos algunos tiros y nos vamos del lugar sin saber que esa acción está salvando la vida a nuestro compañero Chino Bertín quien junto a Guajiro han caído en un control. Guajiro gravemente herido logra cubrir la retirada de Bertín quien finalmente acorralado, lanza una granada casera hiriendo a un militar. Cuando está siendo reducido, los disparos que hemos realizados desde lejos, obligan al vehículo a replegarse llevándolo prisionero.

Ahora me invade una tranquilidad especial. Es saber que la suerte está echada y que cualquiera sea el futuro que nos depare, en ese futuro no estará la recriminación por no hacer nada. Llegamos al Camino a Pajarito: algunos soldados han tendido un cerco que tiene mucho espacio entre soldado y soldado. Nos arrastramos y logramos pasar en silencio. Es relativamente fácil llegar a la casa donde vamos: no hay gente en las calles y solo nos acompaña el ladrido constante de los perros. Con el saco de armas, regresamos por el mismo camino. A la escuela ha llegado media docena de trabajadores de Perlack. Salgo a buscar a los de FENSA y regreso con tres de ellos, dejando a los casados y más viejos sin poder participar. Mientras esperamos al grupo de Las Rejas y al del Malo, se entrega una corta instrucción y orden de combate: vamos a atacar la Comisaría de Maipú. La espera se hace tensa y nadie aparece. Hago recuento de hombres y armas y el grupo permite constituir una patrulla. Asumo el mando y ordeno salir en posición de combate y armas a la vista.
Algunas persianas se abren al vernos pasar caminando en dos hileras por la calle Segunda Transversal. Voy a la vanguardia, algunos metros adelante del grupo. De repente, cuando comenzamos a subir una suave pendiente, veo en lo alto un vehículo que se desplaza en la oscuridad. No trae luces pero su contorno muestra una baliza en su parte superior. Imagino que es un vehículo militar. Ordeno desplegarse en campana, esperando que entren a la emboscada, y abrir fuego solo cuando yo lo haga.
Repentinamente el vehículo acelera y entra en nuestro campo de fuego. Salgo a la calle y comienzo a disparar. En medio de los tiros, escucho gritos de auxilio, y el asombro me paraliza un segundo: son gritos de Pepe Amigo desde el interior. Grito como nunca que se suspenda el fuego y corro a abrir la puerta. Un grupo de desfigurados compañeros, llenos de dolor y rabia por el equivoco, salen gimiendo y gritando desde el furgón azul que habían recuperado para llegar hasta nosotros. Mauricio el chofer, agoniza por los impactos de las balas. Pepe Amigo salta al volante y se aleja gritando que lo llevará a la posta.

El grupo está en silencio. No hay reproches y eso duele aún más. Retomo el mando y cambiando objetivo. La moral combativa se ha perdido en el incidente. Nos vamos al Camino a Pajaritos a hostigar a los vehículos militares. Regresamos a la escuela al amanecer con el peso de una derrota total. El silencio entre nosotros es espantoso.
Escondemos las armas en una arboleda cercana a la “Escuela” y nos citamos para un día después. 

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